Ir al contenido principal

2008. EL JARDÍN DE LEIA



Montevideo, 5 de octubre de 2003.
Una bonita noche primaveral…

No recuerdo cuando conocí a Leia. Creo que la conozco desde siempre. Aunque según nuestras familias, somos vecinas desde que Leia tenía 3 años y yo 5.
Ah yo… me llamo Pablo. Pero prefiero hablar (o escribir) de Leia. Qué nombre, no?
Bueno, Leia vive frente a mi casa desde hace 24 años. Cada día está más linda. Es rubia (teñida) de pelo largo y lacio. Petisa: 1.58 cm. (10 menos que yo). Siempre anda con un libro bajo el brazo, tiene lentes, come con la boca cerrada, siempre me dice: “No, Pablo.”  Cuando se enoja mira para abajo, se entrompa y no dice una palabra. Cinco minutos después se va y te deja hablando solo. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que me ha hecho eso. Cuando está sentada al sol se recoge el pelo y mira para arriba, pero eso es rara vez.
Leia es más que blanca, es pálida. Le gusta vestirse de negro y muchas veces usa pollera (algo raro en las mujeres de hoy). Cuando te quiere contar algo, te pregunta como te sentís, para que uno le cuente en 5 minutos su día, y ella te viene con una perorata de 3 horas. Pero igual no me quejo, porque me gusta todo de ella. Me encanta cuando llora, porque la puedo abrazar, acariciarle el pelo y besarle en la cara muchas veces. Me encanta cuando se ríe, porque todo alrededor parece lindo. Me gusta cuando me manda un mail, porque sus palabras son muy graciosas. Me gusta cuando camina porque parece que es parte de un sueño. Y me encanta cuando me mira con esos ojazos celestes.
Por la mañana, a eso de las 8, me vine de la casa de ella. Ahora son las 3 de la tarde, más o menos.
Hoy tuve sexo con Leia, por primera y única vez en la vida. Hoy fue el mejor día de mi vida. Hoy no terminó, pero este 5 de octubre lo voy a recordar por siempre. Hoy mi sueño se hizo realidad. Hoy…
Esto no lo sabe nadie más que Leia y yo, y quién lea esto que estoy escribiendo. Aunque, no sé si algún día lo leerá alguien.
Todo comenzó hoy, tipo la 1 y media de la mañana. Yo venía de la casa del Juanca y me encontré con Leia sentada en la esquina de su casa, toda vestida de negro. La vi y me detuve. A Leia le gusta vestirse de negro desde chica. Y todo fue un segundo, un instante, un flash. Leia era mi amiga, mi amuleto, mi pañuelo, mi miedo, mi depresión… mi amor imposible.
“Siempre volvemos a lo mismo. El amor no existe. Debería poder existir… pero no existe.” Se repetía Jean Baudrillard en mi cabeza una y otra vez. Mi mirada se perdió en la inmensidad de la noche. Mi mente estaba en blanco. Unos ojos celestes se ponen frente a mí y me miran fijamente… era Leia.
-           Qué hacés?
-           Qué? El qué?
-           Qué hacés parado como un boludo? Son como la 1 y media.
-           Ah! Eeeeeeh… Leia hola.
-           “Houston, tenemos un problema.”
-           Muy graciosa. Qué hacés Leia.
-           Nada. Vengo de la casa de mi abuela. Vos?
-           Yo?
-           Sí. Quién más?
-           Vengo de lo del Juanca.
-           Ah! Tá bien. Te sentís bien?
-           Sí, me quedé pensando en vos.
-           Ay, qué dulce!
-           Te vi sentada en la vereda y me acordé de cuando eras chica.
-           Vos también.
-           Sí. pero yo tengo 2 años más.
-           Ja! Ja! No lo sabía. Ja! Ja!
-           Está linda la noche.
-           Ahí va. Qué te pasa?
-           Nada. A vos?
-           Nada. Linda noche, no?
-           Sí, linda noche.
-           Vamos al jardín?
-           Como siempre.
-           Sí, como siempre.
“El Jardín de Leia” le puso la mamá de Leia, al jardincito que había en la ventana de su cuarto. Un pequeño jardín que Leia siempre cuidaba y agregaba algo.
Era nuestro lugar preferido desde la niñez.
-           Leia.
-           Qué?
-           Si tuvieras que elegir un momento de nuestras vidas. Cuál elegirías?
-           Cuando te pusiste celoso, te fuiste, dejaste la puerta abierta y yo la cerré de un portazo.
-           Yo no me puse celoso.
-           Sí, cada vez que yo me arreglaba con algún chico, vos te enojabas.
-           Mentira, por mí arreglate con quien se te antoje.
-           Sí, soy libre. Pero vos te pones celoso.
-           Yo celoso? Tas loca Leia?
-           Soy loca, pero no boluda. Hace años que sé que te morís por mí.
-           Mentira Leia, tas loca.
-           Mirá pablo. Hoy me arreglé con un chico.
-           Y a mí qué, idiota?
-           Es mentira Pablo. No me arreglé con nadie. Pero, viste como te ponés celoso y te enojás?
-           A qué estás jugando Leia?
-           Y vos?
-           Mirá, yo no quiero nada contigo. Ok? Vos sos mi amiga.
-           Sí, y vos estás enamorado de mí.
-           No Leia.
-           Sí Pablo. Y yo creo que también, aunque no sé. Lo único que sé, es que siempre creí quererte como un amigo. Pero ahora sé que te quiero, y no sé como qué. Sólo sé que te quiero.
-           Leia, mirá…
-           Dejame hablar. Hace poco más de un mes, cuando me peleé con Miguel pensé: Por qué siempre me va mal con los hombres? Entonces pensé en vos. Hace años que sé que te morís conmigo. Así que, porque no me fijaba en vos? Porque siempre fuimos amigos. Pero ahora sé que te quiero y que fui una boluda al no fijarme en ti antes. Pero, tenía (y tengo) miedo de que nos vaya mal y el día de mañana, no seamos amigos ni nada. Ese es mi gran miedo. Pero, tengo otro miedo, o quizás sea el mismo miedo: Tengo miedo de enamorarme de vos.
-           Puedo hablar?
-           Sí, dale.
-           No creo en el amor, creo en el acostumbramiento. Pero, de cualquier manera, me he acostumbrado a vos demasiado. Pero, yo no quiero nada contigo.
-           Mentira!
-           Dejame hablar… yo no quiero nada contigo, y tengo mis razones. Vos sos muy linda, y no te voy a negar que te veo y me siento raro. Pero, ya me acostumbré a mirarte callado, a mirar tus fotografías en mi mail, y a verte de la mano de no sé qué idiota.
-           Viste como te ponés celoso.
-           Mierda! Dejame hablar… yo te quiero, pero no quiero nada contigo.
-           Mentira! Te morís por mí., y yo me muero por vos. O al menos eso creo.
-           Leia. No me veas como una esperanza, para después hundirnos juntos. Yo no quiero lastimarme ni lastimarte. Yo no quiero…
Leia me besó…
Mis labios quedaron inmóviles. Ella dejó su boca sobre la mía unos segundos. No sé cuantos, pero pensé en muchas cosas en esos segundos. Las imágenes de Leia se sucedían una tras otra, como si fueran gotas de lluvia… eran gotas de lluvia. Había comenzado a lloviznar justo cuando Leia me besó. La gran siete!
-           Sabés porque me llamo Leia?
-           Sí, porque tu padre falleció cuando tu mamá estaba embarazada. Y ella en homenaje a él que le encantaba leer, formó un anagrama con las palabras él leía y/o solo leía. Pero le quitó el tilde y te puso Leia. No hay otra Leia en el mundo.
-           Lo sé. pero, cómo lo sabías?
-           No sé, lo sé, simplemente lo sé. Te conozco de toda la vida, lo sé…
-           Ah! Te gustó el beso?
-           Ah! Sí. No sé… sí, fue lindo.
-           Ah!
-           Sí, bueno. Creo que deberíamos hablar más, no?
-           Sí.
Su mano derecha se posó sobre mi mano izquierda. Se detuvo la llovizna (menos mal) respiré hondo. No moví mi mano. Los ojos de Leia estaban mirándome. No lo podía creer. Lo que soñé toda mi vida, se cristalizaba justo en ese momento. Leia estaba más linda que nunca. Quedamos en silencio.
La besé… y fue un alivio más que nada. Pero, fue un alivio tan lindo. Siempre me gustaron las mujeres que usan lentes. Nos besamos y yo no quería despertarme de ese sueño. Ahora eran 4 manos, las que estaban agarradas. Todo era perfecto y nada parecía realidad. Nunca el jardín de Leia me había parecido tan bonito.
-           Mira Pablo. Hace varios días que estaba pensando en decirte esto, pero no me animaba. No sé porque lo hice hoy. Hay momentos en la vida, que si uno no los vive, mañana podrán ser muy tarde. Los instantes vienen y se van, y cuando miramos para atrás, te das cuenta que pasaron muchos años. Prefiero tener una historia contigo y arrepentirme, a no tenerla y arrepentirme igual…
-           Leia, no hables. Está todo bien. Escuchá el viento suave, cerrá los ojos y pensá… qué imagen ves?
-           Cuando te pusiste celoso, te fuiste, dejaste la puerta abierta y yo la cerré de un portazo.
-           Ja! Qué linda la nena.
-           Ay Pablo. Es una broma. Pero es verdad que nunca me olvidé de ese día.
-           Se nota.
-           Mirá, un día pasará el tiempo Pablo, y vamos a recordar este día, como algo especial. Cuántas noches viviste en tu vida?
-           No sé, muchas.
-           Ah, yo te aseguro que esta noche la vas a recordar por el resto de tu vida…
Leia me besó otra vez y el mundo se detuvo nuevamente. A esta altura la llovizna venía y se iba. Pero yo no sabía si estaba lloviznando o no. En ese momento cada vez  nos poníamos más cariñosos, los besos eran uno tras otro, como… no voy a decir como gotas de lluvia, eran como besos. Claro, los besos de Leia eran como nada en el mundo… era Leia.
De repente y no sé cómo, nos fuimos desnudando. Yo no sé si hacía frío o no. poco me importaba el clima en ese momento.
El jardín de Leia movía sus ramas, sus hojas, sus flores en la tibia noche primaveral (pongamos que era tibia).
En ese instante, no sé ni que dije, aparte de “Te quiero” como 1.500 veces.
Pero, no voy a contar más. Las cosas que sucedieron esa noche en el jardín de Leia, van a quedar entre Leia y yo, por el resto de nuestra vida (y no “nuestras vidas”).
Los mejores momentos son los inesperados y yo me prometo a mí mismo, no contar a nadie, más de lo que he escrito en estos papeles.
Lo único que espero es que esta noche que pasó, me una a Leia y no me separe. Espero que esta noche nos ayude a consolidar una amistad, y no a destruirla.
Nada más…
Leia: Siempre serás el amor de mi vida y nunca voy a olvidar tus ojos en la oscuridad de una noche… inolvidable.

Me llamo Leia. Soy montevideana y tengo 32 años.
Hoy hace 5 años que viví una noche especial con mi amigo Pablo. Una noche que no olvidaré jamás, ya que fue única e indeleble.
A Pablo lo conozco desde chica, pero, hace 5 años ocurrió algo extraño, que hasta el día de hoy, no sé ni quiero explicar. Ocasionalmente, recuerdo esa noche y sonrío. La cara de Pablo era un poema. No podía creer lo que yo le estaba diciendo, pero sin duda le gustaban mucho mis palabras, que surgían, no sé muy bien como.
Lo mejor de todo, fue que nada estaba planeado. Simplemente, fue el momento exacto, para decirle a Pablo lo que venía pensando desde algunos días atrás especialmente. Pero, que en realidad lo había pensado toda mi vida. Desde que era chica que me gustaba Pablo, aunque siempre lo vi como un amigo. Pero, ahora después de 5 años no sé como lo veo. Sólo sé que agradezco a la vida por haberlo conocido.
Bien, ahora voy a recordar ese día, y a transcribir esos sentimientos en un  papel. Para que en el tiempo perdure alguna palabra de ese secreto que nos unió para siempre.

Montevideo, 5 de octubre de 2003.
Una bonita noche primaveral…

Comentarios