sueño…
estoy en un apartamento con lucía, hablando y
mirando por la ventana, desde la cual se podía ver el estadio centenario y algo
del mar. risa va, risa viene.
la puerta estaba abierta. de repente siento
ruido, miro para atrás y veo un tipo alto, fornido, casi gordo, que entra
corriendo y agarra de los cabellos a lucía y la saca para el corredor.
salgo corriendo y veo que el tipo tiene una
tijera en la mano derecha y está a punto de cortarle la garganta a lucía. me
tiro sobre él, le quito la tijera y le corto la garganta. lucía llorando sale
corriendo y se mete al apartamento, sin cerrar la puerta. lo miro nuevamente al
hombre y le encajo varias puñaladas en el pecho, pero apenas le hago mella.
asustado camino hacia atrás, y él hacia delante persiguiéndome. cuando llego a
la puerta del apartamento me paro. él se queda estático frente a mí. lo insulto
y lo agarro del cuello de la camisa con ambas manos: - qué querés hijo de puta?
- nada.
- y
por qué querías matar a lucía?
- solamente
te cuido.
- qué
mierda decís? quién sos?
- no
me conocés paul? mirame bien. no sabés quién soy?
mi vista llena de furia estaba fija en él. veo
un hombre, unos 10 cm. más alto que yo, calmado, con algunas arrugas y recuerdo
un adolescente. lo reconozco… lo suelto de la camisa y doy unos pasos atrás,
horrorizado: “alexis”
- tardaste
en reconocerme.
- no
puede ser. vos estás muerto.
- ves
que no.
- sí,
hace casi 20 años que estas muerto.
- no
paul, no lo estoy.
camino hacia atrás, me siento en un sillón,
lucía que ya no lloraba se sienta a mi izquierda, y alexis que ya no tenía
ninguna marca de mis tijeretazos, se sienta a mi derecha.
- no
puede ser. me dijeron que estabas muerto.
- quién
te dijo?
- alvaro.
- los
engañé a todos. me fui a brasil y viví allí hasta hace unos días.
- y
de quién era el cadáver que había en tu casa?
- yo
qué sé? de algún pobre infeliz?
- y
por qué te fuiste?
- para
cobrar la herencia solo.
- y
para que volviste?
- para
encontrarme con mi pasado.
despierto…
era una tarde calurosa en montevideo. el
horizonte anaranjado tragaba paulatinamente los últimos rayos del sol. los
autos iban y venían, haciéndose casi infranqueable la barrera en movimiento que
surcaba la rambla.
apenas puedo, cruzo corriendo desde el parque
hacia la playa, y al llegar reconozco a jaqueline que inmutable avanza en la
miríada de personas. me le paro enfrente y le hablo: - hola jaqui, cómo estás?
pensé que estabas en tlaxcala. cuándo llegaste a montevideo?
jaqueline me mira seria y fijamente. su rostro
no reflejaba ningún gesto. la abrazo y la beso. ella seguía mirándome sin
pestañear siquiera.
- qué
te pasa linda? no vas a decirme nada?
efectivamente, su voz inmutable no se dejó
oir.
de repente, se mueve lentamente y comienza a caminar.
yo me hago a un lado, para no interceptar su camino. – jaqueline, jaqui, pará,
qué te pasa?
mis gritos eran cada vez más intensos. la
gente me miraba, sin entender nada. menos jaqueline, que en ningún momento giró
su cabeza para mirarme.
corro atrás de ella y cuando levanto la vista,
ya no estaba. giro, giro y giro. pero, parecía que se hubiera esfumado.
no entiendo, no comprendo, no sé…
me rindo…
bajo la escalera, y la arena marca mis huellas
rumbo al mar. el sol en su último reflejo, enlentecía sus latidos, opacaba sus
colores, y se quedaba dormido…
estoy en mi casa.tengo 18 años.
salgo de mi cuarto, bajo la escalera y giro a
la izquierda hacia el living-comedor, y nuevamente a la izquierda para entrar
al cuarto de mis padres. veo a papá sentado sobre el acolchado, y a mamá
acostada… me asusto.
- qué
hacés acá? por qué me hacés esto? qué querés?
- qué
te pasa paul?
- vos
estás muerta. qué hacés acá? por qué me hacés esto? qué querés?
- no
estoy muerta.
- sí,
lo estás. yo fui el primero en llegar a tu velorio. yo cargué tu ataúd. era una
tarde lluviosa de invierno. no me olvido más.
- resucité.
- para
qué?
- para
estar a tu lado, para cuidarte, para verte… por última vez. en 48 horas moriré
otra vez… y será definitiva.
- resucitás
para morirte?
- exacto,
ya te lo dije. para verte por última vez.
- no
quiero… no quería verte otra vez. ahora tendré que verte morir nuevamente.
- no
me verás. simplemente desapareceré. será nuestro secreto.
- no
quiero tu secreto. a mí no me preguntaste que pensaba.
- yo
no elegí esto paul. de repente estaba viva otra vez, y vine a casa para verte.
estoy mal?
- no
mamá. quizás yo solamente piense en mí.
- no
paul. vos pensarás en mí cada día de tu vida.
voy caminando por paysandú hacia el oeste. era
un lindo día. el cielo totalmente despejado invitaba a transitar con optimismo.
al llegar a agraciada el semáforo cambia a
rojo. detengo mi marcha y miro al cielo por un segundo. cuando bajo mi vista el
semáforo estaba en verde y los autos inmóviles esperaban el cambio de luz.
me pareció extraña la situación, pero crucé la
avenida, y al llegar a la proa del banco de seguros del estado, el cielo
transmuta su color a gris. inmediatamente, un viento huracanado me levanta como
un papel y vuelo hacia atrás. mi espalda se dá contra la pared frontal de
a.n.c.a.p. caigo boca abajo y reacciono. sacudo la cabeza, y con la mano
izquierda toco mi ensangrentado labio inferior. con ambas manos cubro mis ojos.
cuando las separo de mi cara me doy cuenta que estoy flotando.
mi cuerpo se despega unos diez metros del
suelo. entonces comienzo a girar, girar y girar. me detengo suspendido. miro a
la calle, pero no hay nadie. entonces, escucho una voz que proviene del cielo:
“tú no eres nada. apenas una seca hoja en el viento.” intento emitir alguna
palabra, pero estoy mudo. inmediatamente, me rodea la niebla, y mi cuerpo se
hamaca hasta quedar en posición horizontal boca abajo.
caigo…
cierro los ojos y estiro los brazos, como
inútil forma de contener el golpe. pero, otra vez quedo flotando, y mi cuerpo
se hamaca, hasta quedar verticalmente. suave y finalmente mis pies tocan la tan
ansiada vereda.
la niebla se esfuma en un santiamén, y el
cielo celeste me ilumina. nuevamente, oigo la voz celestial: “nunca más te
burles de la niebla.”
yo estaba parado contra uno de los casilleros
que tienen los vestuarios de los futbolistas y viene ella mirándome fijamente.
-hola, qué hacés?
ella me mira y no dice nada. fugazmente se
abalanza sobre mí y me da un beso en la boca… quedo estático. no lo puedo
creer. me sorprende, me sonrojo, me excita, me calmo, me enamora, me enojo.
“qué hacés? por qué me besás? andate, no quiero verte, andate. no quiero tus
besos, no los necesito, andate.”
ella me mira fijamente y sus ojos se humedecen.
hace un movimiento convulsivo y llora. se tapa la boca con la mano derecha, da
unos pasos hacia atrás y sale corriendo. corro atrás de ella y en un momento me
detengo: pará, no te vayas. vamos a hablar. no quiero lastimar tus
sentimientos.”
ella se detiene, da media vuelta. otra vez me
mira fijamente y habla por primera vez: “ya lo hiciste. ahora dejame llorar
sola. yo tampoco quiero volver a verte.”
era de noche cuando caminábamos con francisco
en el cementerio del buceo. los dos en silencio mirando los nichos, y la luna
perfectamente llena, que iluminaba tenuemente la noche sepulcral.
de la nada, surgen dos figuras. inmediatamente
nos sorprendimos y asustamos pensando que era unos irreales fantasmas, pero en
realidad, eran dos tipos que nos querían asaltar.
uno se para frente a mí con una cadena, y otro
frente a francisco con una cuchilla. me miro con mi amigo, nos encogimos de
hombro y comenzamos a pelear. yo le quito la cadena y le pego un cadenazo en la
cara que lo desmaya. francisco le quita la cuchilla al otro y le da una
puñalada en el estómago.
abandonamos las improvisadas armas y salimos
corriendo escalera abajo. en ese instante sale el sol, y nos miramos. entonces,
nos caemos hacia atrás sobre el pasto uno al lado del otro, y nos reímos, nos
reímos a carcajadas.
el chavo estaba discutiendo con don ramón. la
discusión se volvía más acalorada, hasta que don ramón le dice: “tomaaaaaa” y
le da un piñazo en la frente. el chavo cae al piso con la frente ensangrentada.
se levanta y lo golpea en la boca. esta vez el que cae al piso es don ramón,
que nunca esperó semejante reacción del chavo del 8.
entonces, da un alarido y sufre una mutación:
se convierte en un escorpión gigante, pero con la cara de él. en ese instante,
y antes de que el chavo huyera, envuelve con la cola al chavo y lo amenaza: “me
cansaste. ahora vas a morir chavo.” a lo que el chavo con miedo en el mirar
exclama: “oh, y ahora quien podrá defenderme?” yooooo (dice el chapulín
colorado) que ocupa el lugar del chavo, mientras que el chavo desaparece.
el chapulín amarrado en la cola del escorpión
don ramón, comienza a darle piñazos en la cara. hasta que en el mismo momento,
el chapulín le da un golpe en la cabeza con su chipote chillón y don ramón le
clava su aguijón en la cabeza del chapulín. la cabeza de don ramón se quiebra
en dos, y el chapulín tira su cabeza para atrás y se resquebraja en varios
fragmentos de carbón.
de esos carbones, tres se convierten en
diamantes, y uno de ellos se quiebra a la mitad. de ahí sale una mariposa con
la cabeza del chapulín que dice victoriosa: “no contaban con mi astucia.” y se
va volando…
tres guardias llevan a un reo uniformado de
blanco por un pasillo largo, hasta una celda, donde habían cuatro cuchetas con
siete presos. uno de los guardias le habla: “malvenido a inicuo. éste es tu
final.”
todos los presos se miran sin decir palabra
alguna, hasta que el nuevo pregunta:
- qué es esta cárcel? por qué es tan extraña?
- esta
cárcel se llama inicuo, y ninguno de nosotros entendemos bien porque estamos
acá. nadie hizo nada tan grave como para esto. vos que hiciste?
- yo iba en el auto, hablando por el celu, y
me pasé un semáforo en rojo sin darme cuanta. y vos?
- yo le pegué una palmada a mi hijo, y un
vecino me denunció. y él le faltaron dos pesos para comprar unas cosas en el
almacén, y aquel cruzó un semáforo en rojo como vos, pero caminando. y los
demás todos están acá por boludeces, como vos y yo.
- no entiendo. qué hacemos acá por cosas tan
superficiales?
- en inicuo nadie entiende nada, y antes que
lo preguntes, todos llegamos hoy.
- y qué haremos?
- no podemos hacer nada. creo que lo mejor
será dormir, y esperar a ver que pasa mañana. ya es tarde supongo.
cada uno de los presos se va a su cama. en ese
instante la celda comienza a girar. todos gritan aterrados. la pared se abre y
unos hombres de túnicas blancas sacan una cama. la pared se cierra, y
nuevamente se abre. así sucesivamente, hasta que la última cama es la del
nuevo.
la cama se convierte en camilla, y lo llevan a
una morgue. lo meten en uno de los nichos y le ponen una máscara plateada con
un cierre vertical, y lo encierran. él
lucha por quitarse la máscara, pero su esfuerzo es inútil. hasta que finalmente
deja de respirar.
finalmente pude hacer este viaje que tanto
quería a tierras incaicas. junté dinero durante algún tiempo y ahora estoy en
un ómnibus que tomé en la frontera con bolivia, hacia la capital peruana.
me quedé dormido con los auriculares de mi
mp4, oyendo tango y cuando el sol me dio en la cara me desperté. una muchacha
que está a mi lado se cae encima mío y al correrla me doy cuenta que está
muerta. miro por la ventanilla y veo unos hombres fuertemente armados… me hago
el dormido. unos minutos después una morocha de ojos verdes me toca: -
levántate. tenemos que huir de aquí.
- qué
pasa?
- no
oiste nada?
- no.
estaba dormido con los auriculares.
- vinieron
unos hombres armados y acribillaron a todos. nos salvamos tú y yo. tú porque
estabas dormido, y yo porque simulé estarlo.
- quienes
son?
- no
lo sé. guerrilla o paramilitares.
- y
por qué no nos mataron?
- porque
no vimos sus rostros. pero no más preguntas. huyamos sigilosamente. estamos en
arequipa, al sur de lima. esta es mi ciudad y mi casa está cerca.
caminamos por un bosque agarrados de la mano,
y llegamos a una calle de balastro. entramos a una pequeña casa, llena de gente
alrededor de una mesa. el más longevo habla: - qué sucede fabiana? quién es
este señor?
- no
lo sé. pero vinieron unos hombres y asesinaron a todos los que íbamos a lima.
- cálmate.
y usted buen hombre, venga y coma un poco, y tome un poco de vino. calmese.
- gracias
señor. estoy muy nervioso.
- de
dónde eres?
- montevideo,
uruguay.
- y
a que vino a perú?
- a
visitar a un amigo: benjamín, que vive en miraflores, lima.
- muy
bien, le agradecemos que haya traído a mi nieta salva y sana aquí.
- en
realidad fue ella la que me trajo.
- como
sea, gracias igual.
- de
nada señor.
- cuénteme.
usted a que se dedica?
- soy
escritor señor. y usted?
- soy
carpintero. estos bancos los hice yo.
miro los bancos y se me hiela la sangre. sus
formas no eran comunes. me horrorizo.
- disculpe
señor, pero estos bancos parecen ataúdes.
- no
parecen, son ataúdes. aquí están los familiares queridos, que si bien ya no viven,
aún están con nosotros. fíjese…
el anciano se levanta, y alza la tapa del
ataúd. un hombre de unos 60 años, calvo, parecía momificado.
- ahora
levante usted esa tapa.
lo hago y veo una mujer joven con un bebé en
sus brazos.
- cálmese
uruguayo. los momificamos en cera. es una costumbre familiar.
en eso entra un hombre, y lo reconozco: era
elías, un vecino de mi infancia.
- hola
elías. qué hacés aca?
- vengo
a llevarte a lima. te espero afuera.
- ok.
agradezco a esta gente y me voy.
cuando me doy vuelta para saludar, no había
nadie. de repente viene una joven mujer con una cuchilla de unos 30 cms. de
hoja rumbo a mí. caigo sobre una cama y le doy una patada en el estómago y un
piñazo en la cara. aparece fabiana, le da otro piñazo, me agarra de la mano y
sale conmigo: - ándate paul. elías te llevará a lima. ve o te matarán y te
convertirán en una estatua de cera. yo estaré bien. es mi familia, y a mí no me
harán nada. nos vemos en lima. ve…
elías me esperaba en un auto verde claro. subo
y él arranca. pero, al mirarlo veo que tiene un hacha incrustada en el parietal
derecho. el auto se tuerce a la izquierda y se detiene en el bosque. miro para
atrás y veo a toda la familia corriendo rumbo al auto, armados con cuchillas y
hachas. salgo corriendo por la calle y una moto se detiene al lado mío: -
súbete o te matarán.
- ni
que lo digas dos veces.
subo a la moto, y el hombre arranca a toda
velocidad. hasta que finalmente se detiene.
- toma
este dinero y ve hasta lima. allí espera a fabiana, y viajen a montevideo.
- como
sabés tanto de mí?
- elías
era mi amigo. no preguntes más. a un kilómetro hay un pueblo. ve…
- y
cómo te lo agradeceré?
- saca
a fabiana de aquí. es mi amiga de toda la vida. ella te encontrará en
miraflores.
- así
lo haré. gracias.
- de
nada. vete ya.
camino santos 4414 apto. 4. montevideo,
uruguay. aquí nací y aquí estoy en mi cama, tapado hasta la cabeza, y gritando
por mi mamá. pero, nadie me contesta.
me levanto y veo que no soy un niño como creía… soy un hombre.
era mi casa, no había nadie.
salgo…
mi perro corbata tampoco estaba, ni las
gallinas, ni el gallo, ni ningún vecinx. nadie a quien preguntar absolutamente
nada de nada.
salgo por el pasillo y voy al apto. 1, a la
casa de mis abuelxs. abro la puerta y grito, pero nadie me contesta.
bajo por los escalones y veo miles de mujeres
por todas partes, y ningún hombre. esto es el paraíso o el infierno? las
mujeres siempre fueron un problema para mí. ya lo dijo sigmund freud: “después
de estudiar durante 30 años la psicología femenina aún no he encontrado
respuesta a la pregunta: qué es precisamente lo que quiere la mujer?” y si
freud no se la encontró, menos yo. pero, no puedo negar que es una oportunidad
tentadora.
doy un paso a la calle y las mujeres me atraviesan…soy
invisible o ellas son invisibles? lo cierto era que sus cuerpos atravesaban el
mío.
me asusto…
una pequeña mano agarra mi mano izquierda.
miro y veo una niña de unos 9 años con el pelo largo y canoso, y de ojos
también blancos, que sonríe y me dice: - hola papá.
- papá? yo no tengo ninguna hija ni hijo.
- soy nicole.
- no puede ser… vos nunca naciste.
- no te das cuenta? estoy viva en la muerte.
su cuerpo crece en un santiamén, y veo ante
mis ojos una mujer de unos 30 y pico, que sonríe y me dice: - hola paul.
- sí, ya sé. sos nicole que creciste.
- te estás equivocando. soy rossana.
- perfecto. primero la hija que nunca nació, y
ahora la hermana que nunca tuve.
- sí, me tuviste y me tenés, como yo te tengo.
nunca te abandoné.
- vos no existís más que en mi mente. vos no
sos real.
- sí lo soy, como lo es nicole.
el cuerpo de rossana se parte en dos. nicole y
rossana sonríen y me hablan al unísono:
- hola paul.
- acá mis fantasmas no asustan con apariciones
espectrales y ruido de cadenas. asustan con soledad y silencio.
- no queremos asustarte. queremos decirte que
no te sientas solo, porque estamos contigo.
- conmigo?
- sí, contigo, aunque no nos veas. las dos
somos una. soy nicole y recuerdo cada palabra tuya antes que yo naciera. soy
rossana y recuerdo cada palabra cuando hablábamos a solas.
- eras una amiga imaginaria. nada más.
- no. era tu hermana y lo soy. no era una
simple amiga. las palabras quedaron en la historia. ya son parte del tiempo.
esas palabras se pronunciaron alguna vez. yo existo, y vos también.
- no te quiero en mi vida. ni a vos ni a
nicole.
las dos comienzan a girar a mi alrededor y me
hablan juntas.
- lamentamos decepcionarte. pero, ya somos
parte de tu vida, y vos de la nuestra. la familia no se elige. danos un beso y
morirás, para vivir en la muerte eternamente.
- para qué? los días lindos y los días feos
pasan igual. para que darles un beso y morir, si aún puedo vivir? me gusta
vivir, aunque hay días que quisiera suicidarme.
- felicitaciones, lo lograste. estás muerto.
no te diste cuenta aún? por eso las mujeres atravesaban tu cuerpo hoy. por eso
estás hablando con nosotras ahora, porque estas muerto.
- ah sí, y se puede saber como morí?
- mejor no quieras saberlo. aunque con el
tiempo lo recordarás, y no querrás recordarlo. así que malvenido a la muerte.
no te preocupés, ya que tenemos toda la eternidad para hablar. ahora despertá…
porque aún no estás vivo en la muerte, estás muerto en la vida.
Comentarios
Publicar un comentario