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2012. MATRIZ



 “Cuando miras la vida, desde una habitación nueva y extraña, ¿es así como comienza todo?” (Control de Anton Corbijn)

El 18 de setiembre de 1995, comenzamos un  programa de radio en Ciudad de Melo F.M. junto a Omar. Lo llamamos “Fuga Nocturna”, en homenaje al programa de Alejandro Espina, “Escápate” que se emitía todos los días por Radio Carve, de medianoche a 1 de la mañana, allá por principios de los ´90 del siglo XX.

El programa tuvo muy buena aceptación entre los oyentes, ya que éramos los únicos en la 99.1 que difundíamos Rock, pero la cosa en la radio era distinta. La dirección no estaba conforme, ya que tocábamos temas que no siempre eran del agrado de los integrantes de Ciudad de Melo F.M. y la mayoría de nuestros compañeros se sentían ofendidos. Aunque nosotros no lo hacíamos con ese fin, el fin de Fuga Nocturna era difundir la música que no se emitía en los otros programas arachanes.

En el último tiempo de La Fuga (como solíamos decirle) hubo un hecho que nos marcó como personas. Uno de los directores de la radio, Augusto, se suicidó. El velorio, el entierro y la ida a la radio después del mismo, nos llenó de interrogantes. Los días siguientes veríamos como todo cambiaría. Fernando me dijo que prescindiría de mí, y que mi puesto como operador lo supliría Omar. Eso generó una intensa discusión con Omar, que nos alejaría como amigos.

A su vez Alejandro y yo escribíamos 8 páginas semanales en el Periódico Atlas: Atlas Rock era el nombre de nuestro suplemento. Yo me sentía bien por un lado, pero por otro no quería dejar de hacer radio, por más que Fernando se empeñara en ello.

Una tarde, cuando caminaba por Aparicio Saravia me encontré con Jorge que era el Director de Melo T.V. Canal 12 y le expliqué lo que pasaba. Él me dijo que era Director de Mauá F.M. en Río Branco (cosa que yo desconocía) y que tenía un lugar para mí allá. Me sentí loco de la vida y le comenté a Alejandro e Iara de lo que me ofrecía Jorge. Por lo tanto, después de una semana, fui a la casa de Jorge para ir en su camioneta a la ciudad fronteriza.

El viaje fue muy rápido. Jorge no bajaba de los 140 kms. por hora, a pesar de mis súplicas. Al llegar a Río Branco me sentí extraño. Yo había ido con 10 años a esa ciudad con papá y mamá. Habían pasado 17 años, pero mi primera salida del país fue inolvidable, por más que la única ciudad extranjera que visité fue Jaguarão. En aquel tiempo, era un niño netamente montevideano, e ir a una ciudad donde no hablaban mi idioma, resultaba fascinante. El portugués era lo mismo que el chino para mí, ya que no entendía nada. Y no comprendía porque después de comprar algo, nos decían que estábamos “abrigados” en pleno verano, en realidad, “obrigado” es la traducción de “gracias”.

Bajamos con Jorge en Mauá F.M. y vamos a la dirección a que me presente al director y su secretaria... empezamos mal, el director era ni más ni menos que el técnico de Ciudad de Melo F.M., con quien yo había tenido una discusión, porque el justo se le antojó hacer sus reparaciones en el horario de mi programa. La secretaria ni fu ni fa, solamente miraba sin hablar. Surgía un nuevo inconveniente: las publicidades. Jorge me había dicho que un 60% iba para la radio y 40% para mí, pero en Río Branco nadie me conocía y obviamente no me darían publicidad, así que nuevamente subimos a la camioneta y Jorge me llevó a presentarme algunos comerciantes. Él les hablaba muy bien de mí y resaltaba mi memoria y mi buena pronunciación de inglés. También que ya hacia 8 años que estaba en el medio. Aquí y allá surgieron 3 auspiciantes para un programa que no tenían idea de como sería y no conocían al conductor. Otra vez a la radio con los contratos firmados y todo arreglado para que al día siguiente comenzara.

El programa lo llamaría Graffiti, como un homenaje a la primera ensalada de Rock uruguayo, post-dictadura, editada en 1985. El formato era presentar todo lo que había de interesante en el Rock desde 1954 hasta la fecha. Para ello también, me valía de unos cuantos discos importados que me había facilitado Jorge. Todos los días sería mi programa, entre medianoche y las 3 de la madrugada.

Fue entonces cuando conocí a Claudia…

Claudia era hermosa con tan sólo 14 años. Yo la vi y me enamoré de una (¿acaso lo primero que llama de una mujer, no es que sea hermosa?) y poco a poco nos fuimos conociendo, después de alguna que otra charla al lado del liceo. Claudia era morocha, de pelo largo y con una sonrisa que encandilaba. Yo tenía 28 años y Claudia solamente 14. Entonces me cuestioné si era lo correcto o no… yo hacía un programa de Rock con mucha información, entonces revisemos la historia del Rock… tanto Elvis Presley como Jerry Lee Lewis se enamoraron de chicas de 13 años. ¿Entonces… por qué yo no podía enamorarme de una chica de 14? prejuicios… pero con el Punk en mis venas, el prejuicio, que es el mayor de los perjuicios quedaba atrás. Claudia me descolocaba, me emocionaba y me confundía…

No nos veíamos todos los días, pero cada vez que nos veíamos estaba todo bien y hablábamos mucho. Un día al costado del liceo nos empezamos a besar, hasta que en un preciso instante me habla: - No sigas, sino que va a pensar tu novia…
- ¿Mi novia, qué novia?
- Carolina es tu novia, no te hagas el tonto. Ella me lo dijo.
- Yo no conozco a ninguna Carolina.
- Sí, como no.

Claudia se fue. Yo no entendía nada. Además no le mentí a Claudia, yo no conocía a ninguna Carolina.

Pasan los días y llega el 16 de abril de 1997. Voy con David por Virrey Arredondo, rumbo al Puente Mauá. De repente David se encuentra con amigos y amigas, y me presenta a Carolina.
- Así que vos sos Carolina, ¿podemos apartarnos un poco? Quiero hablar contigo.
- Sí, como no.
- No sé. El otro día me dijeron que vos andás diciendo que sos mi novia, pero yo a vos no te conozco.
- Yo no, ¿quién te dijo eso?
- No importa, se dice el pecado, pero no el pecador.
- No, yo no dije nada.
- Ah, entonces será una confusión. No pasa nada, todo bien.

Carolina también tenía 14 años, igual que Claudia. Durante ese día no podía dejar de pensar en Carolina, pero eso siempre me pasa cuando me gusta alguien. Sin embargo, al otro día sólo pensaba en ella. Contaba las horas para que Carolina entrara al liceo. Caminaba para arriba y para abajo por Virrey Arredondo, hasta que en un momento nos cruzamos.

- Hola Paul.
- Hola… disculpá, pero no sé quien sos…
- Soy Carolina, ¿no te acordás de mí? Nos conocimos ayer.
- Aaaah, es verdad. Disculpame, no me acordaba de vos.
- No pasa nada.
- ¿Qué hacés?
- Voy al liceo, ¿me acompañás?
- Es que tengo que ir… bue, te acompaño 10 minutos, nada más.

La acompaño al liceo, y en la plazoleta de al lado, nos quedamos hablando, hablando y hablando.
- ¿No vas a entrar al liceo?
- No, ya se me pasó la hora de entrar.
- Ah, bueno, ¿y si salimos a caminar un poco?

Nos fuimos caminando hasta el Río Jaguarão, y ahí seguimos hablando bajo la sombra de un árbol, hasta que no sé como nos besamos. Fue muy lindo, me sentí extraño, pero me gustaba esa sensación. Carolina era muy linda y me sentía muy bien con ella.

Al otro día y al otro, y así sucesivamente nos vimos. El 21 de abril, solamente 5 días después de conocernos, fuimos a la orilla del Río Jaguarão, a nuestro árbol y empezamos a besarnos cada vez más. Posteriormente fuimos caminando de la mano a un lugar más tranquilo y seguimos besándonos y acariciándonos. Fue la primera vez con Carolina y fue un instante en el tiempo que nunca olvidaré.

Los días transcurrieron y la relación con Carolina iba cada vez mejor. Nos veíamos casi todos los días y no había un solo momento que pudiera quitarla de mi mente. Hasta que un día fuimos a orillas del río y Caro me dijo algo que nunca nadie me había dicho: - Tenemos que hablar.
- Sí, claro, ¿qué te pasa?
- Nos pasa.
- ¿Estás embarazada?
- Sí.
- Bue, inútil es preguntarte como pasó.
- ¿Me vas a dejar?
- ¿Cómo se te ocurre? Yo no te voy a dejar Caro, yo te quiero.
Nos abrazamos y quedamos así unos cuantos segundos, solamente abrazándonos, sin que mediara una sola palabra.

En Mauá F.M. las cosas no andaban bien. Una compañera mía, Virginia vivía haciéndome la guerra, hasta que en un momento la dirección de la radio nos comunica que habría una reunión extraordinaria.

Al otro día la reunión se hizo en el hall de la radio. Estábamos todos los conductores y conductoras, pero los operadores no. Empezaron a analizar cada programa y dejaron el mío para último. Cuando llegó el momento, sacaron una carta y me la mostraron. Yo no podía creer lo que ahí decía, era un disparate tras otro, que en el estudio tomábamos alcohol y nos drogábamos, insultábamos a los que pasaban por la vereda de la radio y que mi lenguaje era soez. Por si fuera poco, la carta anónima estaba plagada de faltas ortográficas, lo que me enojaba más aún. La dirección de la radio decide levantar mi programa, a pesar de que obviamente eché toda la culpa sobre Virginia. Una falacia fue más fuerte que la verdad…

Perfecto, ahora tenía que decirle a Carolina que me echaron de la radio y que había decidido irme a Montevideo, sino ¿qué haría en Río Branco? Obvio que ella pensaría que yo la abandonaría, pero yo tenía que demostrarle que no le mentía.

Aparentemente ella me entendió, pero a partir de ese día no la vi más. Los rumores de sus amigas decían que el padre no la dejaba salir de su casa, que no la mandaba más al liceo y que había descubierto que Carolina estaba embarazada. Yo no entendía nada, así que sólo podía volver a mi ciudad y dejar que pasara el tiempo, hasta que naciera Melissa Nicole.

Los días pasaron, las semanas y los meses…

En diciembre de 1997 volví a Río Branco. En mi mente estaba solamente poder ver a Carolina y haría todo lo posible por ello, quería verla y huir con ella a Brasil. ¿Después que pasaría? Mejor no pensar en ello. Obviamente, el que tenía todo para perder era yo.

Apenas llego voy a ver a Jorge, un ex-compañero de la radio, pero en el camino me encontré con David.
- ¿Qué hacés David, todo bien?
- Yo bien, ¿y vos Paul?
- Bien, recién llegando de Montevideo.
- Ah bueno, acá andamos en la misma.
- ¿Has visto a Carolina?
- Sí, ¿vos no?
- No, ¿no te digo que recién llego?
- ¿Y no viste a nadie?
- No.
- ¿A nadie? ¿Entonces nadie te dijo nada?
- ¿Nada de qué?
- Claro, aún no viste a nadie.
- Ya te dije que no, ¿qué pasa?
- Carolina tiene novio, se llama Pedro, y no está embarazada. Es más, estuvo saliendo un tiempo con Martín, yo los vi.

Se me cae la mochila… me agacho y agarro la cabeza con ambas manos.
- ¿Estás bien Paul?
- No, no estoy bien. Yo tengo que hablar con Carolina.
- No es una buena idea, está en la casa del padre y no la deja salir a ninguna parte.
- Ya veré la forma…

Alquilo una pieza con baño exterior cerca del liceo. Eso me daría tiempo para ver que hacer, poner la cabeza en orden cerca de la confusión, que se agigantaba a cada segundo que pasaba.

Ahora tenía que llamar a papá para decirle que no sería abuelo, que Carolina había abortado y que todo había terminado mal. Pero también yo quería hablar con ella, para que me dijera que había pasado ese tiempo que yo no estuve.

David estuvo conmigo cada instante, él fue ese amigo que te da la vida en ciertos momentos.

Un día, una vecina de ella (que no recuerdo el nombre) me acercó una carta de Caro. Lo que más quedó en mi mente fue cuando leí que “Nicole se fue…” leí una y mil veces esa carta, así que le hice una y se la di a esa vecina, aunque para mí era insuficiente, yo tenía que verla.

Le hice otra carta y se la di a esa misma vecina, pero se negó a llevársela, porque el padre de Caro la había descubierto y no la dejaba entrar más a ver a Carolina.

Pensemos… aún no había usado mi amuleto que era Claudia. Ella ya tenía un novio, pero nosotros seguíamos siendo amigos. así que convencí a Claudia de que fuera a llevarle la tan mencionada carta. Claudia salió en la bicicleta y yo la esperé en la plaza. Al rato volvió…
- No Paul, no se la pude dar y no voy más.
- Está bien Claudia, está bien, ¿qué pasó?
- Apenas iba en la portera, la abuela de Carolina, me echó. Me dijo un montón de barbaridades.

La voz de Claudia era temblorosa, mezcla de amargura y bronca. Yo me sentía aún peor.
- Lo siento Claudia, perdóname por haberte pedido esto, muchas gracias.
- Y yo no voy más…
- Sí todo bien, todo bien.

Al otro día me encuentro con la abuela de Carolina que viene directo a mí.
- Mirá, hijo de puta, dejá de mandar a la putita esa a que le lleve cosas a mi nieta, porque le voy  a decir a mi hijo que te haga desaparecer.
- ¿Ah sí, y por qué no lo hace? Río Branco es chico y como ve, yo no me ando escondiendo.
- Dejate de provocarme, ¿entendés?
- Yo no sé de que habla señora, no se quien le llevó qué a su nieta, y no tengo tiempo para discutir estupideces.
- Mirá, atrevido de mierda, no te hagas el tarado. Yo sé quien sos, así que dejá en paz a mi nieta o le digo al padre que te mate.
- Dígale, a ver quien es más inteligente…

Me voy lentamente y la abuela de Caro se queda diciéndome un montón de cosas. Ahora tenía que tener más cuidado, la familia de Carolina ya sabía que yo había vuelto  a Río Branco y yo estaba amenazado de muerte, así que lo primero que hice fue comprarme una navaja.

A los pocos días voy a Jaguarão, a la casa de Vitor, hablo con él, le cuento las últimas novedades y regreso por el Puente Mauá, para ver desde allí la casa de Carolina. No la veo, sigo y doblo por Virrey Arredondo. Al llegar a la plaza, Caro me alcanza en bicicleta: - Quiero hablar contigo Paul.
- Que coincidencia.
- Pero ando escapada de mi padre, vamos a doblar.

Vamos esquina cruzada con la comisaría y nos sentamos en unos escalones.
- ¿Qué pasó Carolina? Explicame algo, porque no entiendo nada.
- ¿Qué querés que te explique?
- ¿Qué? ¿No sabés lo que tenés que explicarme? Quiero que me digas que pasó con Nicole, y quien es Pedro…
- Bueno, perdí a Nicole, me llevaron al hospital y se fue… yo estaba manchada de sangre por todas partes.

Sin entender nada lloro. No entendía como había pasado todo, pero todo me confundía. Las lágrimas me salían y Carolina me hablaba, aunque yo no le entendía nada. Sus palabras eran una mezcla de sonidos guturales y murmullos.
- ¿Entendés Paul?
- ¿Por qué me hacés esto?
- ¿Qué?
- ¿Por qué mierda me hacés esto?
- ¿Qué te hago?
- ¿Quién es Pedro?
- Es mi novio.
- Y me preguntas que me hacés…
- Papá lo llevó a casa y sólo me deja hablar con él.
- ¿Y por qué no le dijiste que no?
- Vos no entendés nada, papá me tiene secuestrada. No me deja salir a ninguna parte, y es mi padre, ¿entendés?

Una moto para frente a nosotros, era Paola, la tía de Caro con su novio. Yo no quería levantar la cara, ya que aún tenía lágrimas en los ojos. Paola habla imperativamente.
- Vení acá Carolina, vení y vámonos ya.

Caro se levanta y susurra un casi inmutable “adiós”, yo la miro, no le digo nada y bajo la cabeza nuevamente.

A la noche me sentía bien por haber visto a Carolina, y me sentía mal, porque presentía que era la última vez que la vería. Y lejos de aclararme algo, las respuestas de Carolina me habían dejado con más preguntas que antes.

Al otro día me levanté muy temprano, ya que no pude dormir bien, por pensar… preparé un café y salí a caminar a ver que pasaba. La espera no fue mucha, en el camino, la tía de Caro, Paola, se baja de la moto y viene rumbo a mí.
- No quiero volver a verte con Carolina.
- No te preocupes, no creo verla, como ustedes la tienen secuestrada…
- No la tenemos secuestrada, la cuidamos.
- ¿De quién, de mí? ¿Y quién te dijo que yo quiero hacerle daño? ¿Qué le pasó a Nicole?
- ¿Quién es Nicole?
- ¿Carolina no estaba embarazada?
- No quiero hablar más contigo.
- Yo contigo tampoco, mandale saludos a tu hermano.

Uy, la familia de Carolina tomaría esto como una provocación e irían atrás mío. Bueno, habrá que ver en que devienen las cosas. Las fiestas estaban cerca y yo estaba solo en un pueblo ajeno, haciendo no sé qué. Tenía que irme con Caro fuera del país, pero, ¿cómo?

Pasaron unos días, aunque no recuerdo cuantos y voy como siempre por el Puente Mauá, para poder ver la casa de Carolina y ver si ella me podía ver. Cuando estoy por llegar a la frontera con Brasil, un hombre que venía atrás mío, con una bicicleta al lado, me habla: - Hola.
- Hola.
- ¿Cómo anda?
- Bien señor, ¿y usted?
- Bien, ¿por qué busca a Carolina?
- ¿Yo?
- Sí usted.
- Ah, ¿y usted quién es?
- Villanueva. Yo soy un amigo de Leonardo, el padre de Carolina.
- Ah, un amigo del padre de Carolina, ¿y por qué no viene él a hablar conmigo?
- Porque me pidió a mí.
- Usted es de la confianza de él entonces.
- Sí, es mi amigo y trabajo con él.
- Bueno, ¿y qué quiere saber?
- Que quiere con Carolina…
- Verla y hablar con ella.
- Ella no quiere verlo.
- Ah sí, seguramente se lo dijo Leonardo.
- No, me lo dijo ella.
- ¿Que Carolina le dijo qué?
- Ella me dijo que usted le vende drogas y como ella le quedó debiendo plata, usted le quiere pegar.
- Noooo, ¿esto es una joda, no? Eso no le dijo Carolina.
- Sí, ella me lo dijo.
- Mire Sr. Villanueva: Estoy llegando al puente y voy a Jaguarão. No creo que Carolina haya dicho eso, pero, estoy dispuesto a hablar cuando usted quiera. La historia con Carolina me encantaría contársela, pero no tiene nada que ver con lo que le dijeron.
- Bueno, ¿Mañana le parece bien, a la una? Lo invito a almorzar en mi casa. Si usted baja por el puente a la derecha al lado del rio hay una casita. Pregunte por mí, todo el mundo me conoce.
- Mañana a la una estoy allí, como no. Fue un gusto conocerlo Sr. Villanueva.
- Lo mismo digo.

A la noche voy a buscar a David, pero no estaba en ninguna parte, entonces me voy a dormir. Al otro día voy a la casa de David y estaba durmiendo. La tía me deja pasar y despertarlo.
- David, despertate.
- ¿Qué pasó?
- Despertate nene, que quiero hablar contigo. Escuchame esto, son las 11, en dos horas quedé de estar en casa de un amigo del padre de Carolina.
- Estás loco.
- Es lo mismo que me dice mi psiquiatra, querido amigo, pero no. Lo pensé toda la noche, y todo indica que es una trampa, pero también es mi posibilidad de saber que pasó con Carolina.
- Yo te acompaño.
- No David, no te necesito conmigo, lo que necesito es que si yo no estoy a las 3 de la tarde en la plaza, vos vayas a la comisaría y decí adonde fui: si vas rumbo al puente de acá, es una casita a mano izquierda a orillas del Jaguarão. El hombre se llama Villanueva, al menos eso dijo.
- ¿Y si estás ahí adentro y está Leonardo ahí adentro y te mata?
- Es una de las posibilidades, pero por algo vine a Río Branco, y es para saber de Carolina, así que si no aparezco a las 3, informá a la policía. Yo tendré cuidado, miraré bien alrededor antes de entrar y llevo una navaja por las dudas.
- Bueno, te espero en la plaza hasta las 3, ni un minuto más.
- Gracias.

Los nervios me estaban matando, era 12:30 y yo ya estaba ahí, así que aproveché para caminar en la orilla del río, pensar, y fijarme si no había algún movimiento raro. Como no noté nada especial, fui más o menos donde me había dicho Villanueva y pregunté por él. Enseguida me dijeron donde era, así que fui lentamente y con 4 ojos. Tenía miedo de que me atacaran por la espalda, pero al mismo tiempo quería saber que era lo que tenía para decirme Villanueva.

- Hola Sr. Villanueva.
- Hola, pase… él es un amigo que vive conmigo.
- Hola.
- Bueno Paul, hablemos. Usted me dijo que quería hablar con Carolina.
- Así es.
- ¿Para qué?
- Hace tiempo que no la veo y quiero hablar con ella.
- ¿Y de dónde la conoce?
- Carolina era mi novia.
- ¿Su novia?
- Sí, pero ella le dijo otra cosa…
- ¿Y usted tiene como probar eso que dice?
- Sí, tengo. Acá tengo una foto que me dio ella, con una dedicatoria. Fíjese en lo que dice y vea si no es su letra.
- Yo no sé leer.
- Ah.
Perfecto pensé, la única oportunidad que tengo de demostrar que digo la verdad y justo me toca un analfabeto, perra suerte la mía.
- Se la leo yo entonces…
- ¿Usted me puede dar esa foto?
- ¿Para qué?
- Para mostrársela al padre de Carolina.
- ¿Y qué garantía tengo yo que me la devolverá?
- Ninguna, debe confiar en mí.
- Bueno, confío. ¿Mañana vengo a buscar la foto a la una?
- Sí, está bien.
- Adiós.

Voy a la plaza antes de las dos. Mucho más temprano de lo que creí. Cuando me vio David, esbozó una sonrisa y sacudió la cabeza riéndose. Nos abrazamos y nos fuimos caminando a su casa.

Al otro día voy a la una, a la casa de Villanueva y no estaba. Le pregunto al amigo y me dice que salió y que vaya a las 5 de la tarde. Para hacer tiempo voy a buscar a David y salimos a caminar un poco. En el camino me vuelvo a encontrar con Paola que viene rumbo a mí, como unos días atrás.

- Hola Paul.
- ¿Hola Paul?
- Sí, me quería disculpar contigo por el otro día. Yo creía otra cosa y bueno, lo pensé mejor y vos sos un buen tipo. Pero Carolina tiene su vida acá y vos sos muy mayor para ella. ¿Viste que ella ya tiene novio y se quieren casar? Bueno, bla bla bla…
- A ver Paola, vos me estás diciendo que esta todo bien, pero que yo me vaya de Río Branco, ¿no?
- Sí, es lo mejor para todos. Vos siendo un buen hombre como sos, seguramente conseguirás una buena mujer que te quiera. Carolina está en otra.
- Esta bien Paola, con Carolina no hay esperanza, y ella tiene una vida acá que todos aceptan. Está bien. Yo me voy de Río Branco, pero antes quiero hablar con Caro.
- Eso no se puede Paul, mi hermano no la deja salir.
- Entonces voy a la casa de ella, y hablo con ella, aunque el padre esté presente.
- No, eso no se puede.
- Entonces yo me voy a ir de Río Branco, cuando se me antoje.
- Bueno, como quieras.
- Gracias igual, chau.

A las 5 voy a la casa de Villanueva, pero tampoco estaba, y esta vez su amigo me dijo que me olvidara de la foto, que no me la iba a devolver. No sé que hacer, camino en círculos y pienso que si lo espero por ahí, él en algún momento debería volver a su casa. Las horas pasan y también mi paciencia.  Ya se había hecho de noche y el tipo no aparecía por ninguna parte. El tiempo seguía pasando y a todo esto faltaba poco para la medianoche, cuando lo veo venir lentamente en bicicleta, me le tiro adelante y agarro el manillar con ambas manos.
- Usted de acá no sigue Villanueva sino me devuelve mi foto.
- Tranquilo m´hijo, ¿qué te pasa?
- Tranquilo, las pelotas, me pasa que lo único que me queda de Carolina es una foto y que vos no me la vas a quitar, ¿entendés?

Pongo la mano en el bolsillo derecho de mi campera y agarro bien la navaja, pero no quito la mano del bolsillo. Lo miro desafiante, se me caen las lágrimas, pero no le grito. Lo miro serio y le hablo todo lo tranquilamente que puedo.
- Vos me vas a dar mi foto, ¿entendiste?
- Sí, calmate. Yo te doy tu foto, pero vos calmate.
- Yo voy a estar calmado cuando me devuelvas mi foto.
- Acá está, tomala.
- Gracias.

Me voy caminando sin mirar hacia atrás. La noche estaba fría, pero yo no sentía el clima gélido. Estaba contento y orgulloso de haber recuperado la foto. Aunque cuando llegué a mi cuarto, me puse a pensar en toda la importancia que le daba a una simple foto, pero era lo único que me quedaba de Carolina.

Pasan unos días y se acercaban las fiestas. Me encuentro con Claudia.
- Paul, Leonardo ofreció una recompensa por vos.
- ¿Qué?
- Sí, ofrece un casillero de cerveza por quien te lleve con él. Le ha dicho eso a varios gurises que pasaron por su casa. Tené cuidado.
- Bue, al menos hubiera ofrecido dos. ¿Cómo va a jugar así con el hambre de los demás?, mejor dicho con la sed. Espero que la cerveza al menos sea uruguaya, y no brasilera que es más barata, je je.
- No te lo tomes a la risa Paul.
- No pasa nada Claudia, no te preocupes, pero gracias por decirme.

Al rato la abuela de Carolina, me ve en la calle y viene rumbo a mí.
- Hola m´hijo, ¿cómo estás?
- ¿Eeeeehhh? ¿El qué?
- Hola, mirá, está todo bien, no te preocupes, pero lo mejor será que desaparezcas. Carolina es una chiquilina, ¿entendés? Lo mejor es que vuelvas a Montevideo y hagas tu vida. Carolina me dijo que no te quiere, que sí te quiso, pero que ahora quiere a Pedro.
- Palabras más, palabras menos, me dijo eso su hija el otro día. Yo quiero hablar con Carolina. No me importa que haya gente alrededor.
- Eso no puede ser Paul.
- ¿Por qué no? ¿Por qué su hijo me quiere asesinar?
- No es eso. ¿Cómo se te ocurre eso?
- Será porque usted el otro día me amenazó de muerte.
- Fue todo una confusión.
- Bueno señora, yo voy a hablar con Carolina con o sin su ayuda.
- No podrás.
- ¿Apuesta algo?

Pasaron más días y voy a la casa de Vitor en Jaguarão, pero en el camino grande fue mi sorpresa cuando me cruzo con Carolina y una mujer que yo no conocía. Cruzo al lado de ella y miro a otro lado, y después de pasar miro para atrás, igual que ella. Le hago seña que la espero y ella me hace una seña con la mano que esperase. Espero no mucho y ella sale. Le hago seña que vaya a la plaza y cruzo la calle, para no ir por la misma vereda que ella y no nos vieran cerca. Ella llega primero, yo después. Me estaba esperando sentada en un banco.
- Hola Caro.
- Hola.
- ¿Qué pasa?
- ¿De qué?
- ¿Qué pasa con todo? Acá el malo de la película soy yo y ni siquiera sé porque. No entiendo porque todo salió mal, ni porque estamos separados y viéndonos a escondidas. Vos me dijiste que me querías y ahora estás con un tal Pedro. ¿Dónde está Nicole? ¿Por qué todo anda así?
- Paul, mi papá me tiene encerrada y yo no puedo hacer nada. Vámonos a Brasil y allá vemos que hacemos. Yo quiero estar contigo, yo te quiero a vos.
- ¿Sabés lo que me estás diciendo? Si me agarran fuera del país con una menor de edad… Yo ni siquiera quiero imaginarme eso. Sólo quiero saber que pasa…
- Vámonos de Uruguay, llevame contigo. Mañana podemos vernos frente a casa y arreglamos como irnos.
- ¿Por qué no nos vamos ahora? Estamos en Brasil.
- Porque mi papá me tiene vigilada. Mañana nos vemos a las 7 de la tarde, enfrente a casa, debajo del puente. Mañana papá a las 6 se va para un cumpleaños de un amigo. Nos vemos una hora después.
- Ok. Sólo una pregunta más, ¿qué relación tenés con Pedro?
- ¿Cómo?
- ¿Es tu novio?
- Algo así, pero yo no lo quiero, yo te quiero a vos. Mañana a las 7 nos vemos, ahora me tengo que ir.
- Bueno, está bien.

Al otro día a las 6.30 estaba esperando a Caro, pero el tiempo pasaba y ella no aparecía. El ocaso se acercaba y Caro nada de venir. Se hace la noche y nada de nada. La espero hasta las 8 y me voy. Carolina me había mentido otra vez y yo le había creído…

El día siguiente hacia un calor agobiante, pero yo decidí ir hasta la hermana ciudad brasileña al mediodía, solamente para pasar por el Puente Mauá, para ver si veía a Carolina. Nada, no veo nada de nada y sigo hasta Jaguarão.
Alrededor de las 3 de la tarde vuelvo a Uruguay, y grande fue mi sorpresa cuando vi a Carolina abrazándose y besándose con Pedro. Sentí que me hirvió la sangre y bajé del puente rumbo a la casa de Carolina. Cuando estaba frente a ellos le dije a Pedro que quería hablar con él. Fuimos un poco más adelante y le dije un montón de cosas. Pero, no recuerdo exactamente qué. Pedro me miraba fumando, pero apenas levantaba la cabeza, y metía una frase cuando yo lo dejaba, porque mi boca era una metralleta que escupía frases a diestra y siniestra.

En el momento no pensé que si Leonardo aparecía ahí yo era hombre muerto, pero poco me importaba eso en ese momento.

Finalmente me callé y arranqué caminando para atrás. Cuando pasé frente a Carolina, no la miré. Doblé la curva y pensé que esa misma noche volvía a Montevideo. Ya no tenía nada que hacer en Río Branco.

A la noche me despedí de David y volví a Montevideo.



















13 AÑOS DESPUES…

Cecilia es mexicana y es mi penpal favorita, ya que ella es muy dulce y siempre tiene tiempo para mí. Es más, a veces se conecta como desconectada y chatea solamente conmigo, y eso para esta nueva generación de seres computarizados, es muy importante.

Es el 5 de octubre de 2010 y tengo que salir, pero el chat con Cecilia estaba muy interesante. Para colmo el MSN me avisa que me llegó un nuevo mensaje de Facebook. Cuando pasa algo así, me fijo después, pero, no sé porque le dije  a Cecy que iba a revisarlo en ese momento. Cuando abro mi mail y veo el mensaje, era una invitación a Facebook de Carolina. Así que no la acepto como amiga, pero le escribo: “¿Qué querés después de 13 años?”

Cierro todo y me voy a la parada, a tomar el ómnibus. Cuando estoy por llegar me cae un mensaje a mi celu: “Te mandé un mensaje a Hotmail. Espero que lo leas. Caro.” ¿De dónde sacó el número de mi celular? Claro, lo tengo publicado en mi Facebook. Voy a contestarle, pero no tenía tarjeta, así que cuando me bajo del bondi, le pongo tarjeta al celu y le contesto, no muy amigablemente que digamos. Me dice que quiere hablar conmigo, y yo le digo que no. Intenta convencerme, pero yo le explico que pasaron 13 años y que no tenemos nada que hablar. Me pide para chatear y le digo que al otro día, aunque yo tenía ganas de chatear con ella, pero no se la iba a hacer tan fácil. Al fin y al cabo 24 horas no era tanto, después de más de una década.

Los mensajes me caen uno tras otro a mi celu:

1. Vos te fuiste… TARDASTE en volver… me vi sola, embarazada y mi padre hizo lo que quiso… a mí me manipularon… me dejaste sola… no sabía si ibas a volver… no sabés las cosas que tuve que aguantar en mi casa…
2. Hay una posibilidad de que yo no esté en este mundo en 3 meses… si por alguna razón mañana no logramos hablar… sólo te pido que no me ODIES más… ya tuve suficientes castigos CREEME.
3. Pensé que nunca más te encontraría… aunque no te importe… me tuve que ir del trabajo. No pude dar la clase… no puedo creerlo…
4. No importa, te lo cuento igual! Mi padre me golpeó… mucho… y empecé a tener perdidas… y no me llevó al médico. Me dejó así toda la noche trancada en mi cuarto… Cuando al otro día fue a verme, mi cama era todo sangre. Perdí casi dos litros… casi me morí… después de eso no me pegó más… pero hizo de mi vida un infierno.

Al otro día me escribe de nuevo al celu: “Alguien me pide que te encuentre desde hace años… cuando sueño.”

Me da bronca ese mensaje. Creo que Carolina me miente y usa la memoria de Nicole para eso. Pero, ¿si es verdad? No que Nicole le hable, pero si que Caro la escuche en sus sueños.

Después arreglamos para chatear a las 5. Pasan unas horas y me conecto como desconectado en el MSN. La veo conectada, le escribo: “¿Qué querés?” y me conecto como ocupado. El chat duró casi dos horas. Carolina diciéndome que me quería explicar unas cuantas cosas y yo tirándole todo para atrás. La insulto, le recrimino y le reprocho una cosa tras otra. Al fin y al cabo, esperé más de una década para decirle todo lo que sentía, que justamente no era muy lindo que digamos.

A la noche la llamo por teléfono. Aunque sentía una extraña sensación: por un lado estaba pensando en ella nuevamente, y por otro no quería tenerla en mi mente.

- ¿Qué querés?
- Quiero saber como estás y contarte algo que quedó allá atrás… en el pasado.
- ¿Para qué?
- Porque nunca más pude ser feliz y quiero contarte muchas cosas.
- Entonces empezá porque no quiero hablar mucho tiempo contigo.
- ¿Me vas a tratas así todo el tiempo?
- ¿Y qué querés, que te regale rosas? Hablá ya…
- Ok, ¿de qué querés que te hable?
- Primero que nada, ¿qué paso con Nicole?
- Mi padre, cuando se enteró que yo estaba embarazada, me dio una paliza terrible. Descubrio tus cartas y las rompió. Yo lloraba y el empezó a pegarme piñazos y patadas en el piso. Me dejó desangrándome, y cerró la puerta con llave. Al otro día cuando me abrió, había sangre por todas partes. Papá se asustó y me llevo al hospital, y dijo que yo me había caído de una escalera. Tanto los doctores como mi familia miraron a un costado. Nicole murió…
- ¿Por qué no me dijiste nada? En tu carta hace años me dijiste: “Nicole se fue…”
- Porque sentía miedo y vergüenza. Ahora sólo siento bronca, rabia…
- No te preocupes, igual, vos ya tenés tu Nicole, yo no. ¿Cómo está Beatriz?
- ¿Cómo sabés el nombre de mi hija? Sí, le puse el nombre de mi mamá.
- Está en tu perfil de Facebook… Hace 8 años que me dijeron que tenías una hija. ¿Quién es el padre?
- Beatriz es solamente mía.
- No entendiste… Me decís quién es el padre o ya mismo te corto.
- Alguien que se hizo el buen tipo conmigo... me dijo que me protegería de mi padre... y la noche que nos casamos tuvo sexo conmigo, sin que yo quisiera y así por dos meses. Yo nunca lo quise y durante dos meses, Pedro me violó y me pegó, hasta que un día, él me pegó muy fuerte. Al otro día fui a la casa de mi padre y me quise matar de una sobredosis. Me acosté en la cama de papá, para que mi viejo me encontrara y tuviera ese remordimiento toda la vida. Pero los doctores me salvaron la vida y mi padre aceptó la separación… Unos días después me doy cuenta que estoy embarazada: Pedro es su padre.
- Ah, eso quería saber.
- Si me hubiera ido contigo, nada de esto hubiera pasado.
- Sí, pero no pasó así, pasó asá.
- Nicole me habla en sueños y yo no sé que decirle. En mis sueños ella tiene ojos verdes como los tuyos.
- En mis sueños tiene ojos blancos. Sueños…
- Beatriz nació para que yo no muriera. Desde que nació Beatriz nunca más pensé en matarme… Nicole ya se movía, por eso digo que tuve dos hijas.
- Bueno, pensá en tu hija y en lo que le podés dar y enseñar. ¿Qué le dirás a Beatriz mañana?
- Beatriz ya lo sabe. Yo le conté, porque ella quería saber porque no me hablo con su abuelo desde hace 3 años.
- Ok.
- ¿No entendés que nunca te pude olvidar, que aún te quiero?
- Bla, bla, bla…
- Paul, ¿por qué no hacés de cuenta que nos conocemos ahora?
- Porque mi memoria no perdona. Bueno, te voy a dar una oportunidad… sólo una. Mañana te llamo otra vez.
- Gracias, te quiero.
- Bla, bla, bla…

Yo pensaba que hablar con Carolina me iba a dar unas cuantas respuestas, pero me dejó con más preguntas. Tenía que tener mucho cuidado, tenía que manejar esto de manera inteligente. Aunque ya estaba pensando mucho en ella…

Los días pasaron y cada vez hablábamos más. Lentamente le fui creyendo y pensaba cada vez más en ella. Hasta que una semana después de empezar a comunicarnos la llamé por teléfono y hablé con ella.
- ¿Mañana que vas a hacer?
- No sé… tengo que ir al liceo y después limpiar un poco la casa.
- ¿Y si te ayudo a limpiarla?
- No entiendo.
- Vale decir: ¿y si mañana voy a Río Branco?
- ¿Me estás hablando en serio?
- Sí, muy…
- Me encantaría. Quiero verte amor, después de tanto tiempo. Quiero estar contigo. ¿De verdad venís?
- Sí, arreglá todo con Beatriz.
- No te preocupes. Le digo a Pedro que se quede con ella.
- Bueno, mañana de noche llego allá.
- Te espero corazón. Sólo una cosa antes: haceme una carta, que yo te haré otra, y cuando nos veamos las intercambiamos.
- Ok, hasta mañana.

Al otro día me levanté muy temprano y fui al lado de un arroyo para escribirle la carta que le daría a Carolina. Después fui al cyber y arreglé los últimos detalles. Posteriormente me tomé el ómnibus a Tres Cruces y en la tarde partí rumbo a Río Branco con el mp4, para hacer el viaje lo más corto posible.

El ómnibus no era directo, o sea que pasó por todo pueblo habido y por haber. Me parecía no llegar más y cada tanto hablaba por celular con Carolina, tratando de administrar la batería, para que no tuviera problemas al momento de llegar a destino. En el viaje me llega un sms de Caro: “Parece mentira… pero te estoy esperando… llegas hoy… es ese día que siempre imaginé…”

Finalmente logró ver las luces de Río Branco,  casi a medianoche. Tiemblo… La ciudad estaba como yo la recordaba, con algunos cambios, aunque no muchos, para 13 años.

Cuando estoy frente a Mauá F.M. la llamo por teléfono, pero no me atiende. Ahí surgieron todos los fantasmas nuevamente: ¿Y si Caro me había mentido, y yo viajé como un boludo casi 500 kilómetros? ¿Y si lo que buscaba ella era vengarse de mí? Para mí no existían motivos para que Carolina buscara venganza… ¿y si para ella sí?

Insisto llamándola pero nada. Habíamos arreglado que ella me esperaría en un taxi, cuando yo llegara, pero al llegar a destino, Carolina no estaba y no atendía el teléfono. Me bajo del ómnibus y la llamo nuevamente, pero esta vez finalmente me atiende.

- ¿Por qué no me atendías?
- Acá no sonaba nada.
- Bue, estoy en Río Branco.
- Llamo al taxi y en 10 minutos estoy ahí.
- Dale, te espero.

Pasan 20 minutos y nada. La llamo otra vez…

- Acá sigo Caro, ¿qué pasó?
- Ya llamé al taxi y no viene.
- Bueno, entonces voy caminando, ¿cómo hago para ir a tu casa?
- No vengas caminando, es lejos.
- ¿Lejos en Río Branco? Bueno, entonces me tomo otro taxi, aunque vienen todos llenos. Para que ahí viene uno, ya me lo tomo. Cualquier cosa te llamo otra vez.

Tomo el taxi y voy a la casa de Caro. Cuando estoy llegando un taxi viene atrás nuestro. Le pago, me bajo del auto, sin mirar al otro taxi. Toco la puerta y Carolina me espera con un abrazo y un beso grande. Parecía muy emocionada, pero parecía que estaba fingiendo. No se porque…

- Ta Caro, está todo bien.
- No puedo creer que estés acá. No lo puedo creer.
- El otro taxi está esperando.
- Dejalo que se vaya. No puedo creer que estés aca.

Caro estaba mucho más gorda que el recuerdo que tenía de ella. Pero su cara era la misma. Se había arreglado mucho para la ocasión. Estaba toda vestida de negro, con las uñas prolijamente pintadas, al tono. No dejaba de abrazarme.

- Ta Caro. Todo bien, calmate. ¿cómo estás?
- Bien, yo bien. Que lindo tenerte acá, después de tanto tiempo.
- Estás igual… bueno, ya está.

Suena el celular de Carolina. Ella lo mira y no lo atiende.

- ¿Por qué no atendés Caro?
- Es mi ex, Federico. Yo le dije que vos venías hoy. No sé para que me llama.
- ¿No lo vas a atender?
- No, que no joda. Ahora estoy contigo.

Nos empezamos a besar y acariciar, cada vez más. Hasta que vamos a su cuarto y nos tiramos sobre la cama, yo arriba de ella. Entre besos y caricias nos fuimos desnudando, hasta que…

No sé cuanto tiempo pasó, cuantos minutos, pero finalmente habíamos tenido sexo otra vez, después de 13 años. Nos quedamos un rato abrazados.

    .- Mirá Caro, no quiero ser inoportuno, pero, ¿sabés qué?
- ¿Qué?
- Tengo hambre. No comí nada antes de salir de casa, por los nervios, y eso fue hace como 12 horas.
- Todo bien. Voy a hacerte algo de comer.

Caro prepara la cena y seguimos hablando. En fin… había mucho para hablar después de tanto tiempo. Hablamos, hablamos y hablamos. Después llegaría la hora de cenar y entre arrumacos, nos acostamos nuevamente.

Otra vez tuvimos sexo y nos dormimos abrazados, algo así como a las 3 de la madrugada.

Me despierta unos golpes en la puerta. Con Caro nos habíamos quedado dormidos desnudos. Ella se da vuelta y se pone el dedo índice en la boca, para que haga silencio. Una voz masculina llamaba una y otra vez por “Carola”.  Tantea la ventana del dormitorio, pero estaba cerrada. De repente una niña le dice que la vio salir a Carolina. Era obvio que mentía o se lo había imaginado, porque ella estaba junto a mí. Se oye una moto y el tipo se va.

- ¿Quién era Caro?
- Era mi hermano, Damián.
- ¿Y qué quería?
- No sé, Damián a veces viene así, temprano, sin avisar. Pero, no te preocupes, no pasa nada.
- Bueno, ahora ya estamos despiertos. Me voy a pegar una ducha.
- Dale, mientras yo hago algo para desayunar.
- Ok.

Me baño. El día estaba muy feo. Contrastaba con la noche anterior que había sido muy calurosa. Sin embargo, el cielo encapotado y la llovizna gélida, se asemejaba a un día de invierno, a pesar de que era plena primavera.
Desayunamos con Caro. Hablamos mucho y finalmente me abrigo para irme, ya que Beatriz vendría a las 5 de la tarde.

- Bueno Paul, ¿qué vas a hacer hasta la noche?
- Ahora voy a mirar el clásico, después voy a festejar los 5 goles que les hagamos, y después iré a pasear por Río Branco. Hace tiempo que no vengo acá.
- Andá, hoy los que se comen una goleada son ustedes.
- Sí, como no… preparate que hoy de noche me voy a reír bastante.
- El que ríe último ríe mejor.
- Claro, pero yo voy a reír por último.
- Pará… las cartas.
- Es verdad. Bueno, de noche nos vemos. Chau linda.

Salgo de la casa y empiezo a caminar por la ciudad. Esa zona de Río Branco no la conocía, así que todo me maravillaba. Algo típico cuando voy a un lugar que no conozco. En el camino voy leyendo la carta que me dio. Hasta que al llegar a Virrey Arredondo, la llovizna se transmutó en lluvia. Camino y camino, pero no encontraba ningún lugar donde pasaran el partido.  Era domingo, llovía y estaba todo cerrado, algo común en el interior del país. Finalmente, le pregunto a un señor por algún lugar para mirar el clásico y me dice que 3 cuadras para atrás, había un bar, por la misma vereda. Así que otra vez a caminar para atrás.

Finalmente llego y me siento a tomar una cerveza. Nunca había visto un clásico que Peñarol jugara tan mal… tiramos una sola vez al arco, mediante Arévalo Ríos y nada más. Nacional atacó una y otra vez, sin concretar nada, hasta que el partido se cerró, con un pobre 0 a 0.

Bien, ahora salir de nuevo a la lluvia, sin saber que hacer. Ya sé… puedo llamar a mi tía Aída y aprovechar para verla. Mi tío político, “Polaco” había fallecido el mes anterior, y yo quería darle un beso grande a mi tía y decirle que estaba con ella. La llamo por teléfono, me indica como llegar a su casa y voy. Pero, no encontraba el lugar y pregunté a ver si alguien conocía a algún Fabra, que seguro era un pariente mío. Pero, nadie conocía a nadie de mi familia, hasta que la llamo por teléfono nuevamente y quedamos de encontrarnos en un puentecito, cerca de la casa de ella. Cuando la veo la abrazo, le doy un beso grande y nos vamos caminando abrazados a su casa.

Hablamos mucho, tomamos café con bizcochos y fumamos demasiados cigarros.  Le conté de Carolina y me dijo que un día fuera a su casa con ella. En un momento me llega un sms de Caro, diciéndome que Beatriz se había dormido en la casa de su vecina Rosario y que fuera a su casa. Me despido con un abrazo y un beso grande de mi tía y voy a lo de Caro.

Al llegar, me estaba esperando con la cena y vino. Cenamos mientras mirábamos video clips en el DVD y finalmente fuimos a la cama, para tener sexo y dormir abrazados otra vez.

Al otro día era lunes y Beatriz vendría temprano, antes de ir a las escuela, así que me voy apenas amanecía. Ya con casi todo pronto para partir, quedamos de vernos en el añejo galpón de la estación del tren, a las 5 de la tarde.
Salgo de la casa de Caro, con rumbo incierto, y se me ocurre ir a la vecina ciudad de Jaguarão.

Hice el mismo camino que solía hacer, más de una década atrás: Virrey Arredondo hasta el puente Mauá y todo el puente hasta la vecina ciudad brasileña.

Como Brasil no había hecho el cambio de horario estival, llegué una hora más temprano. Jaguarão tenía aún menos cambios que Río Branco. Y por si fuera poco estaban todos los comercios cerrados. Voy a un teléfono público y llamo a mi tía Eva, pero nadie atiende el teléfono. Así que camino un poco y vuelvo a mi país.

Aprovecho para caminar por la zona de free shop que yo no conocía y voy a un cyber, pero estaba cerrado. Entonces vuelvo a la zona vieja de la ciudad y me tiro a la orilla del río Jaguarão. La paz era tanta, la calma era tan dulce, que me quedé dormido, hasta que la llovizna insistente volvió. Fue así que nuevamente fui al puente Mauá y volví a la zona nueva de la ciudad. Ahora el cyber estaba abierto y me quedé ahí un par de horas. Después fui a la plazoleta al lado del liceo, donde siempre hablábamos con Carolina y me quedé ahí pensando y recordando, hasta que nuevamente vino la llovizna. Así que fui al galpón de A.F.E. y me quedé esperando a Caro. Total, para ese entonces, ya faltaba poco para que ella saliera del liceo.
A las 17:05 salgo del galpón y veo a Caro subir por una de las calles transversales.

- ¿Por qué venís de ahí?
- Porque fui a comprar cigarros.
- Ah mirá, ¿cómo estás?
- Yo bien, ¿vos?
- Bien, todo bien.

No sé cuanto tiempo hablamos, pero fue mucho. Pasaron unas cuantas horas. Caro me regaló un osito de peluche y yo le puse por nombre Dacar, o sea un anagrama de sus nombres: Dana Carolina.

El tiempo pasó entre palabras, besos y caricias. Se hizo la noche y nos besamos cada vez más hasta que nuevamente tuvimos sexo. Fue algo lindo y extraño, por el lugar en sí. Así que llegado el momento la acompañé hasta frente al liceo. Me dio un beso cortito, frío y nos separamos.

Fui al cyber para hacer tiempo hasta que saliera el ómnibus, pero estaban ocupadas todas las máquinas, así que fui hasta la plaza y en un carrito compré un sandwiche caliente y un refresco. Quería comer algo liviano para que no me hiciera mal durante el regreso a Montevideo y volví al cyber, que ahora sí había lugar. Revise mi mail y finalmente llegó la hora de tomar el bondi, bajo una intensa lluvia.

Los ojos se me cerraban antes de salir de Río Branco. Finalmente el guarda hace el control de los pasajes y me duermo. El viaje me pareció que duró 10 minutos y ya estaba en Tres Cruces.

No bien llegué a casa me tiré a dormir, dormir en un ómnibus no es lo mismo, no se descansa igual. Me desperté alrededor del mediodía. El día misteriosamente era soleado. Es increíble que después de tanta lluvia, cuando vuelvo a Montevideo aparece el sol.

A la tarde me puse a pensar en lo loca que es la vida. Todo se dio muy rápido. La vuelta de Carolina a mi vida y la ida a Río Branco, con posterior regreso a Montevideo y ahora a ver que pasa en mi vida.

De tarde voy al cyber y veo el muro de Federico, donde puso un montón de cosas sobre Carolina. Me enojo y llamo a Caro.
- Caro, fui al cyber y veo unas cosas de Federico que te escribió a vos.
- Pero, puede ser para cualquiera, ¿por qué decís que es para mí?
- Porque son para vos; fijate sino.
- Bah, no le des importancia, andá a saber porque escribió esas cosas y para quien.
- A ver Carolina, ¿qué me decís?
- No te enojes, lo que te digo es que pudo haberlo escrito para cualquiera.
- Y yo lo que te digo es que lo escribió para vos y que vos me estás intentando engañar, diciéndome que no lo escribió por vos.
- Paul…

Le corto el teléfono. Me da bronca que me niegue algo tan obvio, como tratando de engañarme.

Al poco rato me llega un sms de Rosario, una vecina de Carolina, preguntándome que había pasado. Le dije que habíamos discutido, porque ella me negaba algo que no podía negarme.

Estamos a fines de noviembre de 2010. Lo que acabo de escribir ya había pasado, pero ahora empiezan los problemas, uno tras otro, sin que yo me imaginara, que nunca cesarían.

Un día me llega un mensaje que la abuela paterna de ella se había quebrado una pierna, bajando la escalera de su casa. Por ello, Caro tuvo que acompañar a su abuela a Melo.
- Caro, ¿qué paso?
- No sé… me avisaron que mi abuela se había quebrado y que yo tenía que acompañarla a Melo.
- Pero, ¿por qué no la acompañó otro integrante de tu familia?
- Porque nadie quiere hacerse cargo. Mi familia es así, siempre soy yo la que tengo que ir a todas partes.
- ¿Y cómo está tu abuela?
- Ahora bien, recuperándose. Aunque tiene para unos días aquí…
- ¿Estás en el hospital o en el sanatorio?
- En el sanatorio, aunque ahora estoy en la calle, tratando de buscar algún carrito para comer.
- ¿En que calle estás?
- No sé…
- ¿Cómo que no sabés? Fijate en alguna esquina o preguntale a alguien. Yo te digo donde podés encontrar algún lugar para comer.
- Es que no sé. Además estoy muy nerviosa.
- Bueno, calmate y averiguá en que calle estás, que yo te digo adonde tenés que ir.
- Ya veo un carrito, no te preocupes.
- Bueno, menos mal. Comé algo liviano.
- Sí amor…
- Bueno, entonces andá a saber cuando podés venir a Montevideo.
- En cuanto pueda voy a verte.
- Está bien. Bueno, cualquier cosa avisame.
- Pará, quiero decirte algo.
- ¿Qué?
- Le conté a mi abuela de vos.
- ¿Y qué te dijo?
- Me dijo que fue un error todo lo que hicieron para separarnos. A mi hermano algo le dije, pero no lo hablamos, fue por celu.
- Bueno linda, comé algo que te va a hacer bien. Más tarde o mañana hablamos.

A la noche me llega un sms de Caro: “Te quiero porque fuiste el único hombre que amé en mi vida… te quiero porque creí que me iba a morir cuando te perdí una vez.”
Ya era tarde y podía dormirme tranquilo.

Los días pasaron y la abuela de Caro mejoraba lentamente de su quebradura. Carolina ya había vuelto a Río Branco y supuestamente, todo había vuelto a la normalidad, aunque aún quedaba una sorpresa mayor.

El 30 de noviembre de 2010 me cae un mensaje de alguien que iría a ver a mi novia. No lo entiendo, pero le pregunto quien es y me contesta que es Federico. No le doy mucha importancia al mensaje, pero me mantengo a la expectativa. Un poco más tarde llega otro mensaje a mi celu de Federico: “Recién la vi… está muy linda hoy… pantalón y camisa negra… de lentes… el pelo recogido… parece estar cansada… no me vio aún.”
Inmediatamente reenvío el sms al celular de Carolina, para que esté atenta. Ella me contesta, pidiéndome que la llame.

- ¿Qué pasa Carolna?
- No sé; parece que me está viendo, aunque yo no lo veo.
- Bueno, calmate. ¿Estás adentro del liceo?
- Sí, no te preocupes. Acá estoy segura.
- Bueno cualquier cosa decile a alguien del liceo lo que pasa.
- Ahora voy a Dirección y le digo.
- Ok, cualquier cosa avisame.

A la tarde la llamo nuevamente y me dice que sí había visto a Federico. Le digo que llame a su hermano para que la vaya a buscar. Al rato me llega un mensaje del celular de Federico: “Vino el hermano a buscarla. Seguramente lo mandaste vos…” a lo que le contesto: “Andá a un psiquiatra, retardado mental.”

Pasan dos días y Carolina me manda otro sms: “Recién salí a hacer una fotocopia y veo algo raro… está el auto de Federico frente al liceo, pero el no está en el liceo.” La llamo…

- ¿Estás bien Carolina?
- Sí, bien, aunque un poco nerviosa.
- Hoy de noche me tomo un ómnibus a Río Branco.
- No, no vengas.
- ¿Por qué no?
- Porque no es necesario. No quiero que te preocupes. Mi hermano me va a venir a buscar hoy también y todos los días que sean necesarios.
- No quiero que te pase nada, por culpa de este idiota.
- No me va a pasar nada. Está todo bien.

Ya casi al anochecer me cae un sms de Federico: “Yo quería casarme por civil y por la iglesia, quería tener hijos, quería que tengamos una casa grande. Le pedí que busque una… la que le guste yo se la iba a comprar… quería verla feliz… yo podía hacerla muy feliz, si no hubieras aparecido.”

No me gusta para nada el mensaje. Parece desquiciado, totalmente descompensado. Me da miedo que pueda hacer cualquier cosa. Un tipo así es una amenaza para Carolina.

Al otro día ya era 3 de diciembre. Y si faltaba algo, cerca de la 1 y media de la tarde, un mensaje de Caro me preocupa más. “No daba para más… Esta mañana caminé 2 cuadras y vi el auto en una calle cerca de casa. Volví a casa y llamé un taxi. El tema es que no puedo tomar taxi todos los días. Entonces decidí hacer la denuncia. Necesito estar tranquila y no tengo porque pasar por esto.”

A la tarde me llega un mensaje de Federico: “No sé que va a pasar si esto sigue.”

A la noche llamé por teléfono a Carolina y hablamos mucho. Me resultaba poco creíble que un psicólogo actuara de esa manera, pero, cualquier persona puede tener alteraciones en su carácter. Seguramente a Federico lo demorarían unas horas en la comisaría y poco más. No tenían nada contra él, ya que no había hecho nada, solamente escribirme mensajes que en sí no decían nada. Todo era muy complicado, aunque me sentía con las manos vacías.

Al día siguiente otro mensaje de Carolina: “Está todo bien hoy Paul, aunque Federico sigue en Río Branco.”

Lo llamo por teléfono, pero para variar no me contesta. Este idiota se cree más inteligente que yo porque es psicólogo. Tengo que pensar, tengo que analizar como cambiar esta situación. Obvio que no puedo ni debo hacer nada contra Federico, ya que él usaría eso contra mí. Todos los mensajes que me ha mandado son provocaciones… él está buscando que yo reaccione, pero no lo va a conseguir. Seguiré insultándolo, pero con mucho cuidado de lo que ponga en mis mensajes. Aunque si vamos delante de un juez, el que tiene para perder es él.

Como todas las noches hablaba con Carolina de lo que había sucedido en el día, pero particularmente los últimos días han estado cargados de muchos nervios. Caro no sabía nada si en la comisaría lo habían dejado salir a Federico o no, pero por cualquier cosa le dije que anduviera con 4 ojos.

Era el 5 de diciembre de 2010. Yo estaba durmiendo y me cae un mensaje de Carolina. Si fuera de otra persona no lo hubiera leído, para seguir durmiendo. Pero, como era de ella, a duras penas, con los ojos entrecerrados lo leo: “Federico se pegó un tiro en la cabeza… en el hotel donde se quedaba… lo encontraron con vida, pero está muy grave en C.T.I. me siento muy mal Paul.”

Inmediatamente intento llamarla, pero no tengo tarjeta, así que voy hasta A.N.C.A.P. para meterle algo de saldo al teléfono. Después de caminar como dos kilómetros la llamo, pero no me atiende. Intento varias veces, pero Carolina no contesta. Dejo para llamarla después… Cerca de las 11 de la mañana me cae otro mensaje de Carolina: “Había una carta pidiendo que me avisen… había una carta para mí… pero la tiene la policía.”
En vez de contestarle el mensaje la llamo por teléfono, y esta vez sí me atiende.

- ¿Por qué no contestabas el teléfono?
- Porque me estaba bañando.
- Ah, ¿qué pasó con Federico?
- Hoy vino un policía para avisarme que Federico se había pegado un tiro en la cabeza.
- ¿Y cómo no murió?
- No lo sé, pero está muy grave. Lo encontraron en el auto de él.
- ¿Y no se había intentado suicidar en el hotel?
- El auto estaba frente al hotel…
- Ah, ¿y está internado en Río Branco o Melo?
- No, está en el C.T.I. del Hospital de Tacuarembó.
- Está bien, el Hospital de Tacuarembó es el mejor del país.
- Sí, lo sé.
- ¿Y vos como te sentís?
- Muy mal. Siento que fue mi culpa.
- Vos no tenés culpa de nada, ¿entendés?
- Sí amor, pero no puedo dejar de sentir culpa. Él ayer de noche, me llamó más de 30 veces y yo nunca lo atendí. Si hubiera hablado con él…
- Vos unos días antes hablaste con él por teléfono y dejaste todo muy claro. Si el no aceptó la separación no es tu culpa. Además, él estaba muy mal estos últimos días, acosándote y tratando de desequilibrarte emocionalmente. Tal vez su intento de suicidio fue su último intento, su manotazo de ahogado, ¿entendés?
- Sí Paul.
- Bueno, calmate. ¿Por qué no le decís a tu hermano que vaya a visitarte?
- Ya le dije, en un rato viene a casa.
- ¿Querés que vaya a Río Branco?
- No amor, no es necesario. Yo en unos días voy a Montevideo y nos vemos.
- Bueno, de noche te llamo.
- Está bien, hasta luego.

A la noche la llamo y me dice que no puede atenderme porque había ido a visitarla, la hermana de Federico. Me pide que la llame en un par de horas.
Así es que casi dos horas después me cae un mensaje de Carolina pidiéndome que la llame.
- ¿Por qué fue a visitarte la hermana de Federico?
- Es que ella no sabía nada que anduvimos juntos y recién se enteró.
- ¿Cómo se enteró?
- Se lo dijo la policía. Seguramente leyeron mis mensajes.
- Bueno, vos quedate tranquila, y dejá que pasen los días. Ahora no podés hacer nada, sólo esperar…

Al otro día llamo a Carolina en la mañana, para ver si había alguna novedad, sobre el estado de Federico, pero me contesta que está por salir al liceo y que Federico seguía igual. La hermana de él, ya estaba en Tacuarembó, a su lado.

Al otro día, al otro día, al otro día… así pasan los días y todo seguía igual. Un día de esos la llamo por teléfono.
- Hola Caro.
- Hola, ¿qué hacés?
- Acá, llamándote, para ver como estabas.
- Yo bien.
- ¿Sabés algo de Federico?
- Nada, que sigue igual, poco más y que su hermana está en el Hospital de Tacuarembó y en las noches se va a dormir a un hotel.
- Bueno, habrá que esperar.
- Sí, no queda otra.
- ¿Contigo también tengo que esperar?
- No te entiendo.
- Te lo digo de otra manera entonces: ¿Cuándo vendrás a Montevideo?
- Ah, era eso. Lo que sucede es que han ocurrido muchas cosas.
- Sí, lo sé y te entiendo, pero no te pregunto por el pasado, te pregunto por el futuro. ¿Cuándo vendrás a Montevideo?
- La semana que viene. Tengo que arreglar unas cosas acá y después voy a verte.
- ¿Cuándo me confirmás el día?
- El jueves, y te digo exactamente cuando viajo. Seguramente el viernes de noche salgo de acá.
- Bueno…
- ¿Estás enojado?
- Esa no es la palabra.
- ¿Cuál es entonces?
- No sé, y no quiero ponerme a pensar en una palabra exacta, justo ahora.
- Te quiero.
- Demostralo.
- ¿Cómo?
- Viniendo a Montevideo…
- El sábado de mañana estoy contigo.
Le corté el teléfono, pero algo me decía que el sábado no vería a Carolina. No sé qué… algo.

Los días transcurrieron sin pausa, hasta el jueves de mañana. Me llegó un mensaje de Rosario, la amiga de Carolina, que decía: “Atropellaron a Beatriz y la llevaron al Hospital de Melo.”

Le agradezco a Rosario y llamo a Carolina, pero no me atiende. Después de intentarlo un buen rato, ella me atiende.
- ¿Qué pasó Carolina con Beatriz?
- La atropelló un auto que se fugó. La Enana estaba jugando al fútbol con los gurises de la cuadra, y de repente dobló un auto a todo lo que daba y me atropelló a mi nena. No sé que hacer Paul…
- Calmate Caro, ¿qué le sucedió a Beatriz exactamente?
- No puedo calmarme. El auto la chocó y se fue. Bea se desmayó, y hace un rato me dijo el doctor, que tiene un brazo quebrado.
- Bueno, fue una desgracia con suerte, la sacó barata.
- Sí, ahora se está recuperando. No puedo ir a verte Paul…
- No pasa nada, ahora lo principal es Beatriz. Además yo puedo ir a Melo a estar contigo.
- No, no vengas. Acá están mi padre y mi hermano.
- Pero, puedo ir y nos vemos cerca del sanatorio en algún momento.
- Prefiero que te quedes allá. Cuando salga de esto voy a verte.
- Bueno linda, te mando un beso grande.
- Yo otro…

Algo extraño pasaba, no podía ser que siempre que estamos por vernos, algo sucedía… algo extraño pasaba.
Pasaron unos días y Beatriz seguía internada en el Hospital de Melo. El humor de Carolina era cambiante, pero yo intentaba transmitirle tranquilidad. Algo así como una semana después le dan el alta a la niña, y Caro vuelve a Río Branco junto con ella. Un par de días después, hablamos por teléfono.

- ¿Cómo anda Beatriz?
- Acá con el brazo enyesado, pero bien. Un poco inquieta y con picazon en el brazo, pero la va llevando…
- Bueno, de que vengas a Montevideo ni hablamos, ¿no?
- Por ahora no, pero la semana que viene la puedo dejar con Pedro e ir allá. Te extraño mucho, mi amor.
- Está bien Caro, pero, no entiendo porque siempre pasa algo cuando estás por venir.
- ¿Pensás que te miento?
- No pongas palabras en mi boca. Yo lo que digo es que has tenido mucha mala suerte en este último tiempo, pero, espero que este mal momento pase. Yo en unos días voy a ir a Mercedes, a ver a Fernando, un amigo que hace unos cuantos años que no veo y vos podés ir allá, ¿no? La distancia es casi la misma.
- Sí, claro corazón.
- Hace 4 años, desde que murió papá, que no voy a veranear a ninguna parte.
- Sí, está bien, yo voy allá igual.
- Ok, cualquier cosa avisame.

El tiempo pasó y en los primeros días de enero tomo el ómnibus a la capital de Soriano. Hacía 24 años que no iba a Mercedes.

Llegué a Mercedes y Fernando me estaba esperando en la terminal, que me hizo acordar bastante a la terminal de Paysandú. Nos fuimos caminando. La noche estaba calurosa. Cuando llegamos a su casa, Nando prendió el ventilador, abrimos un vino que habíamos comprado en el camino y él se puso a cocinar, mientras hablábamos de esto y de aquello.

A la noche siguiente fuimos a caminar por la rambla mercedaria. Me asombró la cantidad de casas lindas que había frente a la rambla. Parecía como si estuviera en Carrasco o Punta Gorda, pero en realidad estaba en el interior de mi país. Caminamos, caminamos y caminamos. Hubieron muchas cosas en la capital de Soriano que me gustaron, pero sobre todo la figura de una persona tallada en un árbol.

Al día siguiente, cuando estaba durmiendo, me despierta un mensaje de Carolina. “Papá tuvo un ataque cardíaco. Estoy yendo con él a Melo. Más tarde te llamo. Beso.”

¿Por qué siempre le pasa algo a la familia de Carolina? Todo esto es muy extraño, pero, deberia fijarme más en sus palabras. Algo está muy mal, y tengo que averiguar qué…

A la tardecita me fui a pasear por la rambla. Cruzo el puente rumbo a una pequeña isla. Me siento en uno de los bancos de hormigón. En ese momento, es cuando Caro me llama.

- ¿Qué pasó con tu padre Caro?
- Le dio un ataque cardíaco, pero hay un vecino que es enfermero y lo ayudó. Después una ambulancia lo llevó a Melo, para una mejor atención. A mitad de camino, le dio otro ataque. Pararon la ambulancia, lo reanimaron y continuamos el camino a Melo.
- ¿Estás en el sanatorio?
- Sí
- Seguramente no queres que vaya a Melo.
- No, mi hermano está conmigo.
- ¿Y no fuiste sola con tu padre?
- Sí, Damián vino despues en ómnibus. Lo que pasa es que él estaba en la Laguna Merim y encima tuvo un problema con unos tipos de Melo y se comió terrible patoteada, pero está intacto. Tiene una suerte terrible Damián.
- Ah, ¿precisás algo?
- No, nada, sólo un poco de paz, pero eso no me lo podés dar. ¿Cómo está Mercedes?
- Muy lindo. Hace añares que no venía acá.
- ¿Cuánto tiempo vas a estar allá?
- No sé, calculo que 2 semanas.
- Bueno, mañana hablamos entonces. Ahora voy a comprar algo para comer.

Eramos pocos y parió mi abuela. Lo que faltaba era esto. El idiota del padre de Carolina con un ataque cardíaco y el hermano por hacerse el Bruce Lee se comió terrible paliza. Sólo queda esperar y pensar. Debo poner mi mente en claro.

Ya era el fin de semana y Carolina estaba de nuevo en su casa. Yo había decidido quedarme una semana más en Mercedes. Así que la llamo.
- ¿Cómo está tu padre?
- Ahora bien, ya está trabajando en la quinta, por más que Damián le dice que no lo haga. Pero no hay manera de controlarlo, a él le encanta laburar en la tierra.
- ¿Cuándo venís a Mercedes?
- No lo sé, ahora tengo que hacer un montón de cosas en Río Branco.
- Van para 3 meses que fui allá, quedaste de venir a la semana siguiente y siempre te pasa algo. Yo no sé como no podés viajar 2 días aunque sea. No vivimos en Rusia, vivimos en Uruguay que es un país chiquito…
- Yo quiero verte, pero no puedo Paul.
- Bueno, ¿cuándo venís?
- La semana que viene.
- Eso es lo que me decís siempre y no venís nunca, ¿cuándo venís?
- Es que no sé, te digo la semana que viene para calmarte.
- Yo no quiero calmarme, yo quiero que cumplas con tu palabra. Me dijiste una semana y ya van para 3 meses que me tenés a cuento. Primero por esto, después por aquello.
- ¿Y que querés que haga?
- Escuchame bien hija de puta, quiero que la semana que viene vengas a Mercedes, aunque haya un terremoto en Río Branco.

Le corté el teléfono. Me quedé caliente frente al Río Uruguay, pensando en que esto tenía que tener un fin de una manera o de otra. Esta relación telefónica con Carolina me dejaba los nervios de punta. Yo no podía hacer nada desde tan lejos. Quizás debería ir a Río Branco otra vez, tal vez debería dejar de comunicarme con ella.

Al otro día la llamo por teléfono, pero no me contesta. De repente aún estaba enojada, así que por una semana no la llamo.

Una mañana me llega un sms de Rosario: “Carolina está internada en psiquiatría. No sé si hago bien en decirte esto, pero ella ve a la fantasma de Nicole. Voy a ver si más tarde, cuando la vaya a ver, puedo alcanzarle su teléfono.”

Le agradezco el mensaje. ¿Qué había pasado? ¿Acaso la discusión del otro día había desencadenado esto? ¿Carolina había pirado por mi culpa? ¿Los golpes de su padre, de tantos años atrás, le afectaron el cerebro? ¿Qué podía hacer yo estando tan lejos? Muchas preguntas, ninguna respuesta.

Esa noche la intenté llamar por teléfono varias veces, pero su celular estaba apagado. Mi cabeza daba vueltas y no llegaba a ninguna conclusión. Le conté a Fernando lo que me pasaba, pero él tampoco podía decirme nada concluyente. Lo mejor era pensar y esperar que el tiempo pasara, pero esa incertidumbre me enfermaba lentamente.

Casi a la una de la mañana me llega un mensaje de Carolina, pidiendo que la llamara. Salgo y voy a la rambla, para no molestar a Fernando que estaba durmiendo.
- Hola amor, ¿cómo estás?
- El otro día me dijiste hija de puta y ahora me decís amor, como cambiaron las cosas…
- Supongo que no me pediste que te llamara para discutir, ¿no?
- No, quería hablar contigo y a esta hora están todos durmiendo.
- ¿Estás en tu casa?
- No, estoy en un hospital, aunque no sé donde…
- ¿Qué te pasó?
- No lo sé, estaba sola en casa y de repente llegó papá con unos hombres en una ambulancia. Papá me dijo que me iban a llevar a un lugar para que me curara. Yo me resistí, pero, papá me agarró muy fuerte y uno de los hombres me inyectó algo. Desde ese momento no recuerdo nada más. Cuando me desperté estaba acá. Tengo miedo Paul y tengo mucho frío.
- ¿Sabés porque te llevaron?
- No.
- Pero alguna razon tiene que haber. No puede ser que tu propio padre te lleve a un hospital, simplemente porque se le antoja.
- Sí, hay una razón.
- ¿Cuál?
- No se si deba decírtelo.
- ¿Por qué no?
- Porque vas a pensar que estoy loca.
- Eso lo pienso desde que me enteré que eras hincha de Nacional.
- Me hiciste reir… escuchame algo, porque te lo voy a decir una sola vez.
- Bueno, te escucho.
- Nunca te dije nada porque me da vergüenza, pero hace años que hablo con Nicole.
- Eso no es posible Carolina, Nicole nunca nació.
- Sí, lo sé, pero ella me visita hace tiempo y habla conmigo.
- Eso lo crea tu mente.
- No, no es así. Ella me habla y me dice cosas.
- Está bien, ¿y qué cosas te dice?
- Últimamente está enojada conmigo, porque yo le doy todo mi cariño a Beatriz y a ella nada. Aunque también está contenta porque te encontré.
- Bueno, creo que ahora sí tendré que ir a verte.
- No podés, acá solo puede entrar mi familia y Rosario que viene con papá o Damián, ya que si viene sola no la dejan pasar. Hoy estuvo acá y me trajo mi celular y lo puso bajo mi almohada, sin que nadie la viera. Yo lo prendo de a ratos, a escondidas.
- ¿Puedo hacer algo por vos?
- Hablá con Nicole.
- Nicole no existe Carolina, ella murió antes de nacer.
- Si vive, aunque no vive. No sé como explicartelo.
- Está bien Caro, creo que lo mejor será que duermas y mañana hablamos.
- No tengo sueño.
- Pedí que te den un sedante.
- No me pueden sedar.
- ¿Por qué no?
- Porque estoy embarazada. Se va a llamar Agustín y espero que tenga ojos verdes como los tuyos.
- ¿Embarazada?
- Sí amor, no parecés muy contento.
- No es eso, es que… no esperaba esta noticia.
- Escuchame Paul, yo voy a salir de acá y voy a ir a Montevideo. Me voy a casar contigo. Nadie nos va a separar nunca más.
- Sí está bien, eso ya lo hablaremos con tiempo.
- Sí amor.
- Bueno Carolina, mañana mandame un mensaje o haceme sonar el teléfono cuando puedas hablar, que te llamo. Ahora intentá dormir.
- Sí corazón, hasta mañana.
- Hasta mañana linda.

Corté el teléfono y me quedé sentado mirando al río. Si algo faltaba era esto… mierda, ¿qué hago? No sé cuanto tiempo pasó, si segundos, minutos u horas, pero yo seguía frente al Río Uruguay. No sé en que pensé o en que no pensé. Mi cabeza daba vueltas y mis recuerdos iban a mi niñez. Yo no podía ni quería dejar un hijo tirado por ahí. Me tenía que hacer cargo, pero, ¿cómo? Carolina estaba internada en psiquiatría, embarazada y yo en el otro extremo del país, sin poder hacer absolutamente nada de nada.

Fui a lo de Fernando, me acosté e intenté dormirme, pero no lograba conciliar el sueño. En mi mente las imágenes se sucedían una tras otra. Intentaba pensar en otra cosa, pero mi cerebro no respondía, solamente se repetían las palabras de Carolina. Cada decisión tiene su consecuencia y yo estaba pagando muy caro mis decisiones. Acostado vi cuando amanecía y después me quedé dormido.

El día siguiente me sentí raro. ¿Cómo sería Agustín? Carolina con leucemia y embarazada. ¿Y si Caro se moría, cómo iba a quitarme eso de mi conciencia? Seguramente no podría hacerlo jamás. Sería una culpa que cargaría el resto de mi vida con ella. Estaba ansioso, ya que quería hablar con ella, pero no podía hacerlo, hasta que ella me avisara. O sea, que tendría que aguantar el resto del día. Las horas parecían no transcurrir. A cada rato miraba mi celular para fijarme la hora, pero nada. Mientras más miraba la hora, parecía que transcurría más lento. El tiempo es relativo…

Era casi medianoche cuando Caro hizo sonar mi teléfono. Inmediatamente la llamé.
- ¿Cómo estás?
- Bien, aunque con miedo, porque papá quiere que aborte.
- ¿Y vos qué querés?
- ¿Por qué me preguntás eso? Yo no voy a matar a mi hijo.
- Como sabés, yo estoy en contra del aborto normalmente, pero si tengo que elegir entre tu vida y la del bebé, elijo la tuya.
- Quedate tranquilo amor que no me pasará nada. Yo estaré bien.
- Bueno, hacé caso de todo lo que te digan los doctores.
- Sí, lógico. No veo la hora de irme de esta prisión.
- Está bien. ¿Beatriz como está?
- Por lo que me han dicho está bien, está con el padre, pero no la dejan entrar acá. La extraño mucho.
- Seguramente en unos días la verás.
- Creo que no, que tengo para bastante tiempo, y en una de esas a vos tampoco te veo más. Un día te cansarás de que estoy loca y te conseguirás una novia normal.
- La normalidad no existe, ¿conocés a alguien normal? ¿verdad que no?
- Tenés razón.
- Quiero preguntarte algo…
- Sí, dale.
- ¿Desde cuando ves a Nicole?
- Desde que ella tenía un año más o menos. Después me empezaron a medicar y dejé de verla por algunos años, pero cada tanto se me aparecía y hablaba conmigo.
- ¿Ahora la estás viendo?
- No, ahora no.
- ¿Y cuándo la empezaste a ver de nuevo?
- Cuando Beatriz estaba internada en Melo, y después cuando pararon la ambulancia para atender a papá. Cuando la necesito, ella siempre aparece.
- ¿Cuándo fue la última vez que la viste?
- Ayer de noche me visitó, me dijo que te quiere mucho y que espera que algún día estemos todos juntos, que seamos una familia.
- ¿Qué significa eso? ¿Quiénes son todos?
- Bea, vos y yo, pero ella también nos visitará. Si vos la vieras Paul, sabrías lo hermosa que es: es rubia, flaca y tiene los ojos verdes como los tuyos.
- ¿Y por qué no se me aparece a mí?
- Porque vos no crees que ella viva en la muerte. Nicole sacó tu inteligencia. Para verla tenés que tener la mente abierta y vos no la tenés. Sos muy racional, muy escéptico.
- Me cuesta creer que ella esté viva… lo que creo es que si ella esta viva, es en tu mente.
- Ya lo sé, te conozco muy bien. Sé lo que pensás. ¿Tenemos que seguir hablando de esto?
- Si no querés no…
- Prefiero que ahora no.
- Está bien. ¿Vos como te sentís?
- Yo bien, hace un rato comí una compota. Acá es bastante buena la comida.
- ¿Necesitás algo?
- No, bah, necesito estar un poco al sol, pero ya me dejarán salir algún día, espero que pronto.
- Sí, claro.
- ¿Ahora no te enojás si cortamos? Tengo sueño, y quiero aprovechar a dormir, ya que me cuesta conciliar el sueño.
- No, todo bien, ¿mañana hacemos lo mismo que hoy? Haceme sonar el teléfono.
- Sí amor, hasta mañana.
- Hasta mañana.

Carolina está pirada totalmente y yo no sé que hacer. Me siento con las manos atadas. Si voy a Río Branco no me van a dejar verla y ahora más que nunca mi cabeza tiene precio, porque seguramente su padre y hermano deben estar echándome la culpa a mí, de que ella esté en psiquiatría. Siempre es más fácil echarle la culpa a otra persona que mirarse al espejo.

Al día siguiente me llega un mensaje de Carolina a eso de las 3 de la tarde: “Nicole está sentada a los pies de mi cama. Dice que te quiere mucho.” Le contesto diciéndole que yo también la quiero y que le mando un beso grande e inmediatamente le escribo a Rosario para que se comunique con el sanatorio y le diga a los médicos que Carolina está teniendo otra de sus alucinaciones y que hagan algo.

Esa misma noche, me llega otro mensaje de Caro: “Paul, Nicole está conmigo y me pide que me vaya con ella. Creo que voy a hacer un viaje muy largo…” La llamo, pero no me atiende. Llamo a Rosario, pero tampoco me atiende. No sé que hacer. Camino por la rambla mercedaria para arriba y para abajo, llamando y llamando, pero nada. Dejo de llamar a Rosario y llamo nuevamente a Carolina. Tampoco me atiende… desisto, me siento en un banco y pienso, pero no tenía a quien recurrir. ¿Qué hago? Me cae un mensaje de Carolina pidiéndome que la llame.
- Hola Caro.
- Hola mi amor. Acá estoy con nuestra hija, me dice que me vaya con ella, que voy a estar mejor que acá.
- Ella sólo existe en tu mente, amor, estás confundida.
- No Paul, no. Ella está frente a mí.
- Bueno, decile que quiero hablar con ella, pasale el teléfono.
- No, ella no quiere hablar contigo, porque vos no crees en ella.
- Insistile entonces, decile que me hable.
- Está bien, dice que va a hablar contigo, pero solamente esta vez.
- Bueno… hola Nicole, Nicole, ¿me escuchás?

Me siento un pelotudo. Estoy hablándole a nadie. Bueno, peor sería que me contestara. Ahí si que salgo corriendo al Vilardebó.
- ¿Viste amor? Ella existe.
- ¿Qué me decís Carolina? A mí no me contestó nadie.
- Sí, ella te habló, yo la escuché.
- Ese es el problema, solamente vos la escuchás, nadie más. Ella sólo vive en tu mente, ¿entendés?
- ¿Estoy loca entonces? ¿No la escuchaste vos?
- Yo no escuché nada, pero no estás loca. Solamente estás enferma, pero ya te vas a curar. Todo va a estar bien. Pero, si la escuchás no le hagas caso.
- Paul, es mi hija, es nuestra hija.
- Siempre lo será, pero ahora es necesario que me escuchés a mí. Quiero que te recuperes y quiero que sea cuanto antes. Ahora llamá a una enfermera y decile que querés dormir y no podés, ¿lo harás?
- Ya la llamo.
- ¿Seguís viendo a Nicole?
- Ya no, se enojó contigo y se esfumó.
- Bueno, mejor así. Ahora intentá descansar.
- Sí amor, ya llamo a la enfermera. Te quiero mucho.
- Yo más…

Esto se me está yendo de las manos, ¿y si Carolina se suicida? Con todas las llamadas que tenemos, seguro que un juez me procesa por haberla inducido al suicidio, y yo ¿cómo hago para argumentar mi inocencia?

Es domingo y seguramente su familia habrá aprovechado para ir a verla, así que obviamente no le escribiré nada hasta que ella me avise. Camino por Mercedes, voy por calles que no conozco. Me encanta caminar por lugares desconocidos. Fuera de la rambla, esta ciudad es como cualquier otra del interior, aunque el punto de reunión no es la plaza principal, sino que es la rambla, pero aparte de eso, es como cualquiera de las otras ciudades que conozco. Tarde en la noche Carolina me pide que la llame.
- ¿Cómo estás hoy Caro?
- Bien.
- ¿Has visto nuevamente a Nicole?
- No, se ve que aún sigue enojada contigo.
- Bueno, ¿alguna novedad?
- Sí, hoy me trajeron a Beatriz. Ya la extrañaba demasiado.
- ¿Y esas voces?
- ¿Qué voces?
- Escuché voces de niños, y más de una, dos o tres.
- Yo no escuché nada.
- Ah, debe ser una interferencia en los celulares, es que hay tantas llamadas con esto de los números gratis.
- Sí, debe ser eso.

Me quedé pensando en las voces… esas voces. No quiero pensar mal, pero, todo es muy extraño. Todas las cosas que me dice Carolina, no tengo como probarlas. Cuando he llamado a gente alrededor de ella, nunca me contestan… ninguna. Estoy seguro que escuché voces, pero obvio que a esta hora no pueden haber niños en psiquiatría, ¿y si Carolina no está en un hospital y está en su casa? Perfectamente me puede estar haciendo la cabeza, pero, ¿con que fin? ¿Vengarse de mí, vengarse de qué?

Al otro día fui a un teléfono público, para que no quedara registrado mi celular y llamé al sanatorio de Río Branco para intentar hablar con ella. Dije que era su primo que vivía en Buenos Aires y que recién había llegado al país, y le di a la telefonista unos datos precisos e informales sobre la ciudad vecina que tanto conozco. Me dijo que podría estar en Melo, así que llamo a todos los centros hospitalarios de Río Branco y Melo, pero nada. No había ninguna Carolina en ningún lado. A la noche la llamo sin que ella me avise.
- Hola Caro.
- Hola amor.
- Quería hablar contigo y te llamé sin que me avisaras.
- Está bien, ya estaba por avisarte, me leíste la mente.
- Sí, pensé que si podías me contestabas y sino te dejaba un mensaje en el correo de voz.
- Sí, está bien.
- Hoy llamé al sanatorio diciendo que era un primo tuyo de Argentina y que quería hablar contigo, pero me dijeron que no estabas ahí.
- Ah, es que papá le dio orden al médico que si llamaba alguien por teléfono no dijeran nada.
- Debe ser por eso entonces.
- ¿Cómo está Mercedes?
- Lindo, aunque un calor insoportable en el día. Mañana vuelvo a Montevideo, ya hace 3 semanas que estoy acá y la verdad es que extraño.

La explicación de Carolina es posible, pero sigo pensando en las voces de los niños. Es improbable que hubieran niños de noche en psiquiatría.

Al otro día vuelvo a Montevideo muy cansado, pero contento de volver a mi ciudad. Lo primero que hago al llegar, es acostarme.

Al despertarme se me ocurre ir a la Plaza Matriz, que sin duda es mi lugar en el mundo. Tomo el ómnibus, me bajo cerca de la Plaza Independencia y agarro Sarandí hasta la Matriz. Me siento en un banco cerca de la fuente y pienso mucho. Acá es donde nació mi ciudad, acá es el lugar donde me siento más cómodo. Acá cierro mis ojos e imagino el Montevideo antigüo que aprendí en la escuela. La gente elegantemente vestida en torno al punto neurálgico de la ciudad amurallada y una mujer gritando que vende mazamorra con canela… abro los ojos. Montevideo ya no es el mismo, pero este lugar parece haber quedado estancado en el tiempo. Giro y veo la Iglesia Matriz…

Estaba aún en la Matriz cuando me llega un mensaje de Rosario, diciéndome que le habian encontrado el celular a Caro y se lo habían quitado y que Leonardo descubrió que Rosario se lo había llevado. En vez de contestarle el mensaje, la llamo por teléfono, pero como era de esperar no me contesta. ¿Acaso Rosario era un alter ego de Carolina? ¿Y Federico?

Pasa una semana y nada de Carolina, así que le escribo un mensaje, enseguida me contesta: “¿Qué querés con Carola?” El único que la llama así es su hermano, así que era una preciosa oportunidad para descubrir si todo era un engaño o si todo era verdad y ella estaba viviendo un martirio, así que como lo llamo y no me contesta, decido seguir el juego, si es que verdaderamente lo era, así que le contesto el mensaje.
- Hola Damián.
- ¿Qué querés vos con mi hermana? ¿Quién sos?
- Sos el hermano de Carolina, ¿y no sabés quien soy? Soy Paul.
- Acá te tiene registrado como Paula, ya sé quien sos. Ahora el celular de ella lo tengo yo.
- ¿Cómo está tu hermana?
- Mal, ahora la trajimos para casa, pero está muy mal. En las noches ve a Nicole y se corta los brazos. Tuvimos que contratar una enfermera que la cuida todas las noches.
- Quiero hablar con ella, ¿le podés alcanzar su celular hoy?
- Sí, claro. Gracias por no olvidarte de mi hermana. Pero te aviso que está muda, no le habla una palabra a nadie.
- Todo bien, conmigo hablará…

Cuando estaba acostado con Caro y llegó Damián, le sentí una voz muy acanariada y por lo que me dijo Carolina, su hermano es bastante ignorante. Es muy extraño que un tipo así, no tenga ninguna falta ortográfica en los mensajes que me escribe, aunque puede usar el T9, pero en general son bastante truchos y hay palabras que no reconocen. Esto huele muy mal…

Era cerca de medianoche cuando Carolina me llama por teléfono.
- Paul.
- Hola Carolina, ¿cómo estás?
- Mal.
- ¿Por qué?
- Tengo que contarte algo.
- Te escucho.
- Me hicieron un aborto, mataron a Agustín, como a Nicole. Me siento muy mal Paul.
- No te preocupes, el pasado no se puede cambiar, pero a mí lo que más me importa, es que estés bien vos.
- Yo no estoy bien, estoy presa en la casa de mi padre, me hicieron abortar, Nicole me visita todas las noches y me dice que la única manera de que se me vaya todo este sufrimiento, es purificándome a través de la sangre. Tengo los brazos cortados Paul y cuando ella se va, no sé que hacer. Además Federico no me deja en paz, se sienta al lado mío y me habla mucho, aunque yo no le contesto nada.
- ¿Federico, no estaba con un tiro en la cabeza?
- Sí, Federico reaccionó, aunque tiene problemas para caminar y para hablar. Pero se hizo muy amigo de mi padre, está alquilando una pieza en un hotel y viene todos los días a verme.
- Bueno, tranquila que todo va a mejorar.
- En cualquier momento me fugo de acá y me voy a Montevideo a verte.
- Sí, pero primero curate.
- No, primero voy a fugarme de acá, sino nunca me voy a curar. Odio este lugar, odio todo acá. Me tengo que ir, tengo que vivir, esta vida es un porquería así. Ya no puedo dar clases en el liceo, mi día a día es una maldición. Tengo mucho miedo y no sé que hacer.
- Primero que nada calmarte y tomar todos los medicamentos, después se verá con el día a día.
- Eso es lo que no soporto, el día a día.

Bueno, las sorpresas no paran, ahora Carolina abortó y Federico que parece ser un zombie, que resucita milagrosamente. No hay duda que esto lo tengo que escribir un día. O esto es una historia realmente increible o es todo un invento de Carolina.

Alrededor de una quincena después, me llega un mensaje de Damián: “Si llegás a saber donde está mi hermana, avisame por favor.”
Como Damián tenía el teléfono de Carolina (supuestamente) la llamo al otro teléfono.
- ¿Dónde estás Caro?
- ¿Por qué me preguntás eso?
- Porque tu hermano me mando un mensaje, diciéndome que habías desaparecido.
- Porque me fugué. Quiero irme de Río Branco, Paul, quiero verte.
- Aún no me dijiste donde estabas.
- Estoy en la casa de una amiga. Me deben de estar buscando en el río.
- ¿Tenés plata?
- No.
- ¿Y cómo pensás venir a Montevideo?
- Vos me podés mandar plata, ¿no?
- ¿Tenés la cédula?
- No.
- ¿Y cómo querés que te haga un giro sino tenés tu cédula?
- No lo sé, no pensé en eso.
- ¿Y por qué te fuiste?
- Porque no aguanto más, porque quiero verte y porque Federico me quiso violar. Le conté a papá, pero no me creyó.
- ¿Y por qué no te violó?
- Porque le dejé un cenicero de sombrero. Yo sé defenderme sola.
- No lo dudo.
- Quiero ir a verte y voy a ir aunque sea a dedo.
- ¿Y cómo te escapaste de tu casa?
- Se fueron todos, menos la enfermera, pero las enfermeras también van al baño, ¿no? Cuando fue al baño, salí corriendo. Quiero verte, Paul.
- ¿Y después qué?
- ¿Qué de qué?
- Sí, ¿después qué?
- Después nos casamos y vivimos juntos.
- O sea, que te venís a Montevideo y no volvés más allá.
- Nunca más.
- ¿Y Beatriz?
- Está con Pedro.
- Me lo imagino, pero ahora, ¿la vas a dejar sola con Pedro?
- No sé que hacer.
- Yo creo que lo mejor es que vuelvas a la casa de tu padre y que intentés curarte cuanto antes.
- Sí, creo que es lo mejor. Le voy a decir a Damián que me venga a buscar.
- No Caro, si tu hermano va a buscarte ahí comprometerías a tu amiga. Ubicame, ¿por dónde vive tu amiga?
- Cerca del liceo.
- Entonces decile a tu hermano que te vaya a buscar al liceo y esperalo ahí.
- Sí, claro. Cuando me recupere lo primero que voy a hacer es ir a verte.
- Está bien. Te mando un beso.

Corto el teléfono y le mando un mensaje al supuesto Damián: “No subestimés mi inteligencia.”

Carolina seguía en la casa del padre hablando conmigo cada día, cortándose los brazos, viendo al fantasma de Nicole, escuchando Heavy Metal y leyendo a Friedrich Nietzsche. Así pasaron los días, las semanas y los meses, pero no podía seguir así por siempre. Mi desconfianza aumentaba cada día y todo lo que me decía ella, yo no tenía como probarlo. Lo que siempre me gustó de Carolina fue su inteligencia, pero las mentiras siempre se suicidan, así que tenía que dejar que las cosas siguieran su curso. Yo me sentía cada vez más calmado y todos los mensajes que me mandaba lo leía entre lineas. Leía todo una y otra vez, sacaba anotaciones, guardaba cada chat, cada mail, copiaba cada sms a un papel. No entendía porque me estaba haciendo esto, pero no me preocupaba saberlo, lo que me preocupaba era saber la verdad, no las razones de sus mentiras, pero, ¿qué pasaría si Carolina no me estaba mintiendo? Todo indicaba que sí, ¿pero si no?

Un día me llega un mensaje de Damián. Las sorpresas estaban lejos de terminarse.
- Federico se llevó a Carola a Francia. Papá fue con ellos al Aeropuerto de Carrasco, yo recién me entero.
- Hoy de noche quiero chatear contigo, ¿a qué hora te queda bien?
- A las 8.
- A las 8 en punto estoy en el cyber.

Esto fue la gota que derramó el vaso. Caro estaba rumbo a Europa o era todo un invento para cortar todo contacto conmigo. De cualquier manera, tenía que saber la verdad…

Llego al cyber a las 19, la ansiedad me estaba matando. Me conecto al MSN y hago tiempo buscando mails viejos de Carolina, buscando alguna pista de algo, pero los últimos minutos previos a la hora fijada se hacían interminables. A las 20, Damián no se conectó, espero 10 minutos y le escribo al celular, pero no me contesta. Lo llamo, pero tampoco. Espero hasta las 22 le escribo un mensaje al Facebook de Damián preguntándole porque nunca se conectó al chat y me voy del cyber. Llamo a Damián una y otra vez, pero nunca contestó el teléfono.

Al otro día me llaman del celular de Carolina y cortan, al minuto llaman otra vez, atiendo y oigo la voz de Beatriz.
- ¿Qué querés con mi mamá?, ella está en Europa, la llevaron a que se curara allá. El teléfono de ella es mío ahora. No jodas más.
- Mirá Beatriz, vos sos muy chica para entender ciertas cosas, ¿me pasás con alguien mayor?
- Estoy en el liceo y no te voy a pasar con nadie. Mi mamá no te quiere, ella quiere a Federico. Chau.

Me cortó el teléfono. No la quise llamar, no quería hablar con una niña. A la tarde voy al cyber y grande fue mi sorpresa cuando veo que Damián me había contestado. Esta vez no había duda que era él. El mensaje estaba plagado de faltas ortográficas. Se lo contesto y me contesta enseguida, Damián estaba conectado en ese preciso momento.
- yo no quede de ablar nada contigo no se quien sos.no se que queres con mi ermana haci que no se que me ablas…
- ¿Cómo? ¿No nos hemos estado comunicando estos últimos días? ¿Tu hermana no estaba embarazada? ¿No tiene leucemia? ¿Está en Europa? ¿Podemos hablar por teléfono?
- no se que desis y yo no tengo que ablar nada contigo haci que chau
- Mirá Damián, la última vez que te vi vos eras chico o sea que no creo que te acuerdes de mí. Creo que estamos muy nerviosos últimamente, pero ta, te llamo por teléfono y hablamos unos minutos, ¿te parece bien?
- a mi lo que me parese es que si me segis jodiendo bas ablar con mi rebolber ijo de puta…
- A mí no me amenacés.

Esto era lo que yo necesitaba, esta es la prueba de que Damián no sabía quien era yo y que nunca me había comunicado con él. La prueba era concluyente y tenía que hablar con Carolina, así que la llamo una y otra vez, pero no me contestaba, así que la llamo, la llamo y la llamo, pero, como era de esperar no atendía nadie.

Al otro dia la llamo insistentemente otra vez, hasta que me atiende Beatriz.
- Dejame en paz, ¿no ves que no quiero contestarte?
- Mirá Beatriz, casi tenés 12 años, no quiero hablar contigo. Decile a tu madre que quiero hablar con ella y que me atienda.
- Mi madre está en Francia.
- Y yo estoy en Japón. Decile a tu madre que ayer chateé con Damián y que él me dijo que nunca se había comunicado conmigo. O sea que tu madre no está en Europa y yo quiero hablar con ella. Decile que me atienda o la voy a llamar hasta el día del juicio final y si no me atiende, hoy de noche, voy a ir a Río Branco y vamos a hablar a solas, porque si yo la quiero encontrar, la voy a encontrar. O sea que lo único que quiero es una buena explicación, por las buenas o por las malas. Pero, ¿sabés que Beatriz? Mejor no le digas nada, porque seguramente está el altavoz prendido y ella me está escuchando. ¿No es cierto Carolina?

Corté el teléfono. Voy al kiosco y le cargo $100, perfecto, tengo 100 mensajes para mandar a Caro. Empiezo a mandarle un mensaje tras otro, hasta que ella me llama.
- ¿Qué querés?
- Quiero saber como está el tiempo en París.
- ¿No te das cuenta que no quiero hablar contigo?
- Sí, me doy cuenta, pero yo quiero hablar y no quiero que tomés mis decisiones. Además, me debés una linda explicación.
- ¿Explicación de qué?
- De nada, mejor te lo explico yo: cuando yo llamaba a la gente a tu alrededor, ninguno me contestaba, claro, las supuestas personas que se comunicaban conmigo, eras vos con diferentes chips o teléfonos, por eso cuando yo llamaba nunca me contestaban, porque si no yo reconocería tu voz, por eso cuando escuché las voces de niños en psiquiatría, era porque vos no estabas en psiquiatría, estabas en tu casa y las voces eran de tu hija con sus amigas, por eso cuando supuestamente estabas con tu abuela en Melo y te pregunté en que calle estabas, no sabías, lógicamente, porque no estabas en Melo,  por eso nunca viniste a Montevideo, ¿no es cierto Carolina?
- Estás loco, no sé de qué estás hablando.
- Sí, claro, como no. Todo fue un invento tuyo, lo de Nicole, lo de Agustín. Vos nunca estuviste embarazada mío, por eso las mentiras sobre los abortos. Se me ocurre preguntarme. ¿por qué me hiciste todo esto? Pero, seguramente nunca lo sabré. No me importa, uno no puede saber todas las cosas de la vida.
- Yo sí estuve embarazada tuyo, no una, sino dos veces. Pero, no me importa lo que pienses, esos hijos que casi tuve, son hijos míos, no tuyos.
- Ya te diste cuenta que te descubrí, pero aún así, querés seguir manteniendo tu falacia. ¿Qué pasó con tu viaje a Francia?
- Yo no te dije eso, eso te dijo mi hermano.
- Ese mensaje vino de tu celular y cuando me comuniqué con Damián por Facebook, él ni siquiera sabía quien era yo. Ahora por ese mismo celular estoy hablando contigo. Dame el número de tu hermano y de tu padre entonces, quiero hablar con ellos, hablar, no mensajitos.
- Yo no te voy a dar nada,
- Lógicamente, pero la verdad ya la sé, aunque no sé los motivos, o mejor dicho, sí los sé.
- A ver Señor Inteligente, ¿Cuáles son los motivos?
- Los motivos no, el motivo es uno, y es que sos una mitómana de mierda, que quisiste vengarte de mí, sin mirarte al espejo.
- No voy a tolerar que me insultes.
- ¿Y todas tus mentiras, no las debo tomar como un gran insulto?
- Yo no te mentí nunca.
- Mirá vos, así que ahora sos la víctima y yo soy el hijo de puta que te hace tanto mal, ¿no? Parece que tampoco es verdad que tenés leucemia, sino, sin un transplante de médula, ya estarías muerta. Bah, en realidad fueron todas mentiras, me pregunto si alguna vez me dijiste la verdad en algo.
- Vos no entendés nada, como siempre…
- Yo no voy a ser parte de tu folie à deux, ya me cansaste, ya me enfermaste.
- ¿Ah sí, y qué pensás hacer ahora? ¿Vas a venir a buscarme y asesinarme?
- ¿Para qué, para ir a la cárcel por vos y cagarme la vida? No te creas tan importante, ya no lo sos, ya no sos nada para mí. Mirá Carolina, espero que me entiendas bien. No quiero saber más nada de vos en toda la vida, y si querés enfermar a alguien, buscate a otra persona. A mí no me rompas más los huevos, dejame en paz.
- Creo que no tenemos nada más que hablar.
- Al fin coincidimos en algo, chau.
- Chau.

Corté el teléfono y fui a un cyber, la bloqueé en MSN y Facebook. Eso en los tiempos que corren, significa “hasta nunca”. Salí del cyber. El día estaba soleado y ventoso. Las lágrimas se me caían de la bronca, así que las sequé con la bocamanga derecha de mi buzo. Fui hasta 18 de julio y me perdí en la miríada de gente. Con la cabeza gacha, pero firmemente, tomé hacía el oeste, rumbo a la Plaza Matriz.

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